"James Bond espía muy poco"
Savater abre el congreso de la Mostra de València sobre el personaje de Fleming
El filósofo y escritor Fernando Savater aseguró ayer, en el marco del congreso que la Mostra de València dedica al espía más famoso del cine, que "admiramos a James Bond más por sus ventajas que por sus virtudes". Y parece que no le falta razón. Savater habló de que el personaje descrito por primera vez por Ian Fleming en la novela Casino Royale carece, por lo menos en la versión que luego ha calado en el cine, de las virtudes morales del héroe romántico, carece de valores. Y lo que hizo famoso y admirable al espía 007 fueron sus habilidades, su fuerza, el lujo que le rodeaba, su éxito con las mujeres y los cachivaches tecnológicos que destruía. Es más, para el filósofo, la novedad del personaje radica en "la velocidad". "El Bond de las películas es un acelerado", explicó Savater, lo que a su juicio es una característica que se lleva mal con el oficio de espía. "En realidad Bond espía muy poco", sentenció, "es un ejecutor, es un verdugo". Es decir, se explica más por el significado del número 007, con "licencia para matar".
Para Savater, el Bond literario es "más dramático, más trágico"
El espía del cine se ha convertido en un prototipo de consumo
La Mostra de València inauguró ayer el congreso internacional titulado Bond ante el espejo. Y lo hizo -tras una pequeña charla del coordinador de las jornadas, Alfredo Taján, que se mostró fascinado por el "mito hipertrofiado" de un personaje que ha sobrevivido con éxito al fin de la Guerra Fría- con la conferencia que impartió Savater bajo el título El hombre intranquilo, en contraposición a las virtudes que atesoraba el personaje de John Wayne en la película de John Ford de título contrario.
Savater apuntó varias veces que el personaje cinematográfico es bastante diferente del literario, que "es más dramático, más trágico, hasta con cierto estoicismo". Un personaje más parecido al propio Fleming. Por el contrario, para Savater, el Bond de las películas de Sean Connery es "el primer héroe antirromántico", ya que lejos de mostrarse caballeroso "es cínico, brutal, promiscuo". Es decir, atesora las características de los malos pero convertido en héroe.
Y por supuesto, el filósofo y novelista, ganador del Premio Planeta en 2008, también habló de los villanos de la serie Bond, que son "extraños, originales, que muestran la extravagancia del poder" como si el poder no sirviera para nada. Quizá al modo de los antiguos césares, "que eran como los niños pequeños, los más crueles de la tierra, pero dotados de omnipotencia".
Y llegado este punto, su charla abordó la pervivencia del mito de Bond en la actualidad. Explicó que, al principio, en las películas de Bond solo "el humor" hacía que el espectador se quedara con buena conciencia. Pero esa brutalidad opuesta a las de los héroes románticos que libraban la batalla por otro y se ponían después en un segundo plano, con el paso del tiempo se ha hecho cotidiana: "Ahora, el personaje de Bond es lo normal, lo esperado". Incluso se ha convertido en un prototipo de consumo: "Consume chicas, consume coches, gadgets, lujo y hasta consume el tiempo".
Y parece por tanto que Bond ya no cala tanto. "Me parece que no le queda mucho", llegó a asegurar Savater, tras decir que ahora hay 50 personajes que le hacen competencia con sus características. Y sentenció: "Ahora todos somos más malos que él".
En el marco del congreso, hoy Nuria Amat impartirá la conferencia ¿Por qué las mujeres los prefieren Bond? y Jaime Siles hablará del Épico Bond.
Por otra parte, el realizador Ian Sharp estrenó Tracker, un western ubicado en Nueva Zelanda, y Thomasz Thomson presentó Snowman's land, filme sobre un asesino profesional que falla un encargo y ha de enmendar el error.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.