"No hay energía libre de riesgo"
La energía nuclear es algo casi inevitable si la sociedad no quiere disminuir la demanda de energía, reflexiona abiertamente el investigador Miguel Ángel Miranda que en noviembre pasado sucedió a Avelino Corma, el padre fundador del Instituto de Tecnología Química (ITQ) de la Universidad Politécnica de Valencia. "Las centrales nucleares tienen su riesgo y es verdad que es muy espectacular cuando pasa algo, pero están funcionando en todo el mundo", señala este investigador especializado en los efectos negativos y regenerativos de la luz sobre el ADN, que insiste en que "no hay ninguna energía libre de riesgo. No hay nada con riesgo cero".
No será él quien predique qué energía hay que consumir. En el ITQ no se investiga sobre energía nuclear. Pero, Miranda advierte certero de que en el empleo de cualquier energía "hay que asumir un riesgo" y, en su opinión, son "los políticos y la sociedad, los que tienen que decidir si asumen el riesgo".
El ITQ se financia, en parte, con los derechos generados por patentes propias
El terremoto y el tsunami que provocaron la fuga radiactiva en la central nuclear de Fukushima en Japón han sido dos variables mortales, que rara vez vienen juntas. No obstante, la mirada de Miranda se remonta a los desastres ocurridos a corto y medio plazo en el área de los combustibles fósiles para insistir: "No olvidemos que también hay grandes catástrofes con energía derivada del petróleo. El desastre ecológico que produjo en EE UU el hundimiento de la base de BP en el Golfo de México creó un problema de seguridad nacional, en el que tuvo que intervenir en persona el presidente Barak Obama. Aquí también pasó con el Prestige".
El problema reside en que las energías renovables -que serían un deseo para todo el mundo-, el porcentaje de energía que se puede obtener a través de ellas es aún muy pequeño para el volumen mundial de consumo energético. "Pero hay que investigarlas porque en la cesta de energía, cualquier contribución en investigación es muy deseable".
El ITQ, que nació en 1990, de la fusión de investigadores del CSIC y de la UPV, es uno de los referentes en investigación básica y aplicada para las principales multinacionales petroleras del mundo. Exxon Mobil, Shell, BP, Petrobras, Repsol YPF, Cepsa, entre otras, dejan en manos de los 200 investigadores que tiene el instituto sus grandes líneas de investigación. "Básicamente lo que hacemos es intentar desarrollar nuevos materiales y nuevas tecnologías. Los campos de aplicación serían, sobre todo, el desarrollo sostenible en el campo de la química a nivel de combustibles y la producción de compuestos químicos a gran escala como la petroquímica o química fina, que son productos de menor tonelaje pero de mayor valor añadido", describe el director del ITQ.
Aunque su pasión queda del lado de todo lo que suponga avanzar en el campo de las energías renovables. "En la energía solar todavía no está la solución definitiva. Si se hubiera encontrado, desde luego habría desplazado a muchas otras fuentes y, además, habría tenido un impacto hasta de reconocimiento, ya habríamos visto algún premio Nobel a los autores de una solución definitiva. Es una energía que hay que investigar". Considera que en España no es que esté fallando el uso de energías renovables, sino que, por ejemplo, la energía solar "tiene todavía que ser muy mejorada: a nivel de energía, de precio y de impacto ambiental, porque el material de las placas solares también genera residuos".
Es el caso también de la energía eólica, que, a su juicio, hoy en día "es más realidad que la solar". Aunque tampoco está libre de inconvenientes. "Los grupos ecologistas empiezan a protestar porque, aparte del impacto visual porque cuando mayor proporción de energía eólica se va instalando, el impacto visual es considerable, y también se analiza si se ven afectadas las poblaciones buitres....", reconoce Miranda.
La biomasa, otra de las líneas de investigación del ITQ, tampoco es la solución por sí misma. "Requiere mucha superficie cultivable dedicada a la producción de energía, y eso entra en conflicto con la superficie dedicada a la producción de alimentos necesaria para la humanidad".
Para Miranda la solución energética pasa por "diversificar" y hallar un "equilibrio" que haga complementarias las diferentes fuentes de energía.
La "internacionalización" del ITQ, además de por sus resultados y menciones científicas, tiene una singularidad: dos másteres interuniversitarios propios con mención nacional de calidad, que atraen en este momento a una treintena de doctores en formación. "Algo que no es muy frecuente en los institutos", advierte con orgullo, al tiempo que subraya que el ITQ "es de los pocos institutos que se autofinancia, en gran medida, con los ingresos por royalties procedentes de la explotación de patentes desarrolladas con medios propias".
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