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Columna
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Eurocámara, solo asco

Carlos Boyero

Me ronda desde hace tiempo la aclaración de un enigma del que desconozco al autor. Dice algo así, tan contundente, brutal y lúcido para explicar los mecanismos más trascendentes del mundo como: "Es la economía, estúpido". Si ven ustedes ese documental tan patéticamente promocionado por Sony (con lógica, los acusados, tan listos ellos, dueños de todo, han deducido que es preferible que lo vean unos pocos, los inofensivos y cincuentones progresistas de toda la vida, a que alguien les acuse de censura) que se titula Inside job, retrato tan tenebroso como incontestable de los legitimados gánsteres que han dirigido la economía con Reagan, Clinton, Bush padre e hijo y el inmaculado Obama, sentirán asco e impotencia.

Queda lejos, ya se sabe que el aleteo de una mariposa o de actos tangibles o etéreos de una corte de infalibles hijos de puta en una geografía localizable puede desencadenar el caos y la tragedia en los restantes habitantes del planeta, que alentemos ansias concretas de guillotina hacia poderes tan lejanos, pero es probable que a cualquier eurodiputado esa plebe nacional a la que aseguran representar, les suelte un lapo (sí, esa excreción tan ordinaria, despreciativa, inculta, animal) si se cruzan con ellos en la calle.

Tuvimos cochambrosas noticias de esos manguis conservadores, progresistas, independentistas, fundamentalmente prácticos, con idiomas (presupongo), ardientes aunque intelectuales defensores de la patria en la compleja Europa, ante cosas tan livianas como que los concienciados pavos y pavas finiquitaban su jornada laboral al servicio de la sagrada cosa pública los jueves, pero logrando con trampas sórdidas esa ficha académica del viernes para pillar la dieta. Si te pringas por 300 euros, cuando nada va a modificar tu sueldo en la hecatombe que vive la mayoría, está dispuesto a todo. A calificar al supuesto rival ideológico de habitante de las cavernas o de comunista nostálgico. La cuestión es seguir volando en primera clase para demostrar la responsabilidad histórica que exige tu democrático cargo. No hay enfrentamiento de partidos ante el sagrado "qué hay de lo mío". Su misión es tan trascendente que necesitan la reflexión que proporciona el business. Sois repugnantes. Os seguirán votando.

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