Poesía en todas partes
La tercera edición de 'Palabras habladas' infiltra a los poetas en los mercados, las calles y los parques - "Se están rompiendo los tabúes", dice un organizador
La poesía, desbordada de sus cubículos habituales, el silencioso libro y el monótono recital al uso, está llegando a los mercados, a las bibliotecas, a los parques, a las calles, a los palacios de cristal. El ciclo Palabras Habladas, en su tercera edición, trata de infiltrar a los poetas y performers en la vida cotidiana de los ciudadanos, porque otra vida (más poética) es posible.
Ebba Rohweder, videoartista, flautista y performer, intervendrá hoy en el Palacio de Cristal de Arganzuela. "Me gusta explorar los espacios, adaptar mis espectáculos a ellos. Este Palacio impresiona, cuando uno entra baja el tono de voz, tiene algo de magia; y es muy desconocido. Además tiene muy buena acústica". La artista guiará a los asistentes por cuatro de los invernaderos, atravesados de luz, que acoge el edificio, cada uno con clima diferente (tropical, desértico, etc...), con diferentes condiciones de humedad y temperatura y diferente vegetación. Cada ambiente se mezclará con las improvisaciones de Rohweder a la flauta travesera.
Mientras la gente compraba verduras, apareció la poeta Joana Brabo
En los próximos meses, dentro de la iniciativa Palabras Habladas, artistas como Lucas Rodríguez (Elkoalapuesto), Nieves Correa, Nilo Gallego o Julio Jara actuarán en espacios poco usuales como la ermita de San Antonio de la Florida, la Casa de Fieras del Retiro o en plena calle.
En anteriores eventos de este ciclo, Olaia Pazos, poeta, actriz y cantante, intervino en la antigua iglesia de la Escuelas Pías, convertida hoy en la imponente y semiruinosa biblioteca de la Uned. Su actuación tuvo algo de recital, algo de performance con un personaje con aires de clown que hizo emocionantes referencias a la historia del edificio, al silencio de las piedras, a los muertos. La actriz guió a los presentes por las diferentes zonas e interpretó un par de canciones a la guitarra. Días antes, el 23 de febrero, la poeta Joana Brabo irrumpió en el mercado de Antón Martín. Un día normal, mientras los clientes compraban carne y verduras, arrastrando un altavoz en un carrito de la compra. "Recitó un poema con la propietaria del bar del mercado; el artista Monoperro dentro de una frutería le leyó el futuro en un tomate y, en los pasillos, Brabo repartió micropoemas escritos en limones", según relata Javier Martín-Jiménez, director de la asociación cultural Hablar en Arte, organizadora de los eventos. Una auténtica incursión poética en la rutina, ante la sorpresa de muchos que pasaban por allí.
"Eso es lo bonito, se mezclan dos públicos: por un lado los que van expresamente a ver el espectáculo y por otro los que se encuentran casualmente la actuación. Son acciones muy participativas y las reacciones fueron muy buenas. Algunos de los que acudieron a verlo acabaron haciendo la compra", cuenta divertido el organizador.
La palabra bien dicha vive un momento de efervescencia en Madrid. Sin ir más lejos, el pasado Día Mundial de la Poesía de la Unesco (que coincide cada año con el 21 de marzo, equinoccio de primavera) colmó la ciudad de versos: maratón poético en la Biblioteca Nacional, con 40 poetas participantes, y recitales en el Jardín Botánico, bibliotecas públicas e incontables instituciones. Además, múltiples festivales salpican el calendario durante todo el año, sobre todo el segundo semestre: la polipoesía de Yuxtaposiciones o Poetas por kilómetro cuadrado, la poesía y música alternativa de Inverso, la performance e improvisación de CUVO o la poesía sonora de ReVox. "Se están rompiendo los tabúes sobre la poesía, esos que la toman como algo difícil y elitista, también la imagen del poeta sentado en un escenario leyendo poemas durante horas. Actualmente tenemos una escena muy viva y aventurera", dice Martín-Jiménez.
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