La taladradora del Atlético

Diego Costa se presentó en la pretemporada del Atlético como un tonel. "¡Siete kilos de más! ¡Una pelota de playa!", recuerdan en el club. Fichado en 2007 por tres millones de euros tras marcar solo un gol con el Braga, el delantero brasileño (Lagarto, 1988) estaba ya acostumbrado a ser moneda de cambio en un equipo con dos titulares indiscutibles, Forlán y Agüero. Se había pasado tres años cedido al Celta (cinco goles en 30 partidos) y al Albacete (10 en 35), en Segunda, y al Valladolid (nueve en 36), en Primera. Venía de dar tumbos y pensaba que la historia se repetiría. Pero se quedó. "Hay que tener la cabeza muy fría para saber que vas a ser suplente. Otros candidatos renunciaron", dicen en el cuerpo técnico con los números en la mano: titular en ocho de 24 encuentros disputados.

Tras saber que Quique Flores contaba con él, Costa perdió seis kilos. "Arriba, necesitamos todo tipo de herramientas. Y él es diferente. Es un poco taladradora. Y precisamos chocar, ser pujantes, gastar a los defensas... Tenemos jugadores finos, como Forlán o Agüero. Así que requerimos esos torbellinos que abran espacios", pensaba el entrenador.

Aun así, Costa tenía tan asumida su suplencia que, al preguntarle si jugaría contra el Madrid en noviembre, se sorprendió: "¿Yo?". El domingo, en Pamplona, fue titular tras un paréntesis de dos meses. La sanción de Agüero le abrió las puertas. Firmó tres goles ejerciendo de único nueve. Con Forlán en el banquillo. En una hora logró los mismos que en lo que iba de campaña. "Es la primera vez que marco tantos. Volver a jugar 90 minutos y hacerlo así es increíble", dijo; "me he llevado el balón".

Al que, desde luego, no sorprendió fue a José Luis Mendilibar, el preparador de Osasuna, ya que le dirigió en el Valladolid: "Aprendió a jugar en la calle. Es un autodidacta. Hay que enseñarle, ordenarle... Pero tiene un gran potencial".