Manuel Fernández Trigo, guardián de los secretos del Madrid
Fue gerente del club durante 21 años
No hacía falta pronunciar su nombre. Solo bastaba decir su cargo. Él era El Gerente, el gerente del Real Madrid, en una época en que el club vivía su momento de mayor esplendor. Su poder era tal que con que descolgara un teléfono todo el mundo se ponía firme. Le gustaba poco hablar en público, prefería maniobrar entre bambalinas. Si un periodista lograba pasar el filtro de su fiel secretaria Magdalena, podía darse por satisfecho aunque luego él se limitara a decir que no tenía nada que decir. Efecto parecido sufrían los futbolistas. Si un jugador recibía el aviso de que debía subir a su despacho, mal asunto. Todo el mundo sabía de su poder y de su facilidad para hacer el papel de malo en las relaciones entre directiva y plantilla.
Todos conocían su autoridad y el poder que ejercía sobre la plantilla
Manuel Fernández Trigo (A Coruña 1932), fallecido el lunes en Madrid a los 78 años a causa de un derrame celebral, valía más por lo que callaba que por lo que hablaba. Con su silencio se ha llevado muchas historias del madridismo de las que fue protagonista. De alguna manera, Fernández Trigo representó un eslabón entre la época de Santiago Bernabéu y el Madrid de la transición. Siguió los pasos del anterior gerente, Antonio Calderón, un hombre a la sombra de Bernabéu y Raimundo Saporta. Y como Calderón, se llevó todos los secretos a la tumba. Una vez dejó el club, como tantos otros de aquella época, se recluyó en la más absoluta discreción.
En una ocasión se le escuchó decir a la esposa de un presidente del Madrid. "Manolo: no le diga a todo que sí, que luego yo en casa no sé cómo hacerle ver que las cosas no siempre son como él las ve". Y es que Fernández Trigo era dócil con los jefes y duro con los demás, aunque lograba que le quisieran más sus subordinados que sus jefes. Con una sonrisa y mano dura gestionó un club grande pero con escasa estructura administrativa, que suplió creando un cuerpo de fieles y abnegados empleados. Como gerente, conocía todos los asuntos relativos a la economía del club. Responsabilidad exclusiva suya, como sucedió con Calderón, fue la relación con el mundo arbitral.
Llegó al Madrid en 1979. tras el fallecimiento de Santiago Bernabéu y con la experiencia de haber trabajado nueve años como gerente del Deportivo. Le fichó Luis de Carlos, sucesor de Bernabéu en el cargo; siguió en su puesto con Ramón Mendoza, con el que vivió una relación de amor-odio, y fue ascendido a director general cuando llegó Lorenzo Sanz.
Periodista de profesión, fue un enamorado del deporte. En los últimos años entrenó al Gandario Sanse, un modesto equipo que fundó. Antes de llegar al Madrid, ya fue entrenador de La Fábrica de Tabacos de La Coruña, equipo de baloncesto femenino, en el que conoció a su esposa Maribel.
En septiembre de 1999 dejó el Real Madrid. En su despedida aseguró: "He servido durante 21 años a esta casa y hay tres cuestiones en las que nadie me podrá superar: honradez intachable, dedicación absoluta y lealtad". También escondió muchos trapos sucios de quienes le mandaron, pero esos también se han ido con él.
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