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Reportaje:BREAKINGVIEWS

Signo de los tiempos

'The New York Times' comienza a cobrar por su versión en Internet

La última jugada en la revolución digital parece pensada para mantener el statu quo. El diario The New York Times pondrá finalmente un muro de pago en la versión digital que costará entre 15 y 35 dólares al mes para los lectores que pinchen sobre más de 20 artículos al mes. Eso sigue siendo más barato que la edición impresa de todos los días -que cuesta cerca de 50 dólares-, pero no lo suficiente para crear un enorme incentivo a fin de que los lectores aficionados a la tinta, y los dólares de la publicidad que todavía atraen, se pasen a la edición digital.

El romanticismo de lo táctil sigue atrayendo, desde luego, a los lectores más mayores, quienes han mantenido sus suscripciones al diario a pesar de que el contenido era gratuito en la Red. Es más, los que están atados por la inercia tienen pocos incentivos para abandonar lo impreso por lo digital, puesto que los suscriptores actuales podrán leer los artículos en cualquier plataforma. Esto no solo es importante para The New York Times, que está controlado por la familia dinástica Ochs Sulzberger, sino también para todos los periódicos preocupados por matar prematuramente la gallina de los huevos de oro de la publicidad impresa.

El futuro, sin embargo, es puramente digital. En 2010, el 41% de los lectores estadounidenses afirmaba que obtenía la mayoría de la información en la Red, un 17% más que el año anterior, y superando a los periódicos por primera vez, según el Centro de Investigaciones Pew.

No obstante, son muchos los periódicos que no están precisamente en condiciones de cerrar las imprentas mañana. The New York Times, por ejemplo, solo obtiene cerca del 17% de sus ingresos de 2.400 millones de dólares de sus negocios digitales.

Todo es cuestión del traspaso o, más bien, de elegir el momento oportuno. Cuantos más lectores emigren a la Red, más valiosa será allí la publicidad. Naturalmente, al cobrar a los lectores por la versión digital, los periódicos se arriesgan a dejar de ser relevantes, puesto que los nuevos adictos pueden simplemente emigrar allí donde las noticias siguen siendo gratuitas.

El plan de suscripciones de The New York Times resuelve el problema no cobrando por los artículos con los que los blogueros y las redes sociales establecen enlaces. Pero al cobrar a los lectores, el grupo debería abrir una nueva corriente de ingresos, si bien una que puede que no sea especialmente significativa para los resultados a corto plazo, aunque los cálculos sobre las nuevas ventas anuales llegan a valorarlas en 100 millones de dólares.

Como mínimo, parece que el plan de The New York Times ha mantenido un equilibrio que ofrece a los suscriptores de la versión impresa pocas razones para irse por el momento. No son unas consecuencias terribles para un negocio que se enfrenta a un cambio revolucionario.

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