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EL CÓRNER INGLÉS
Columna
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Nubes de guerra en España

- "El idioma no será un problema. No sé hablar inglés todavía".

-El inglés Paul Gascoigne, ante su traspaso al fútbol italiano en 1991.

Morbo es una palabra que, gracias a los corresponsales británicos en España y al título de un libro que uno de ellos escribió sobre el fútbol español, se va incorporando poco a poco al vocabulario inglés. Ha estado apareciendo últimamente en correos electrónicos recibidos de amigos en Inglaterra. Es una buena palabra, no susceptible de fácil definición en el propio español y para la que no existe traducción obvia al inglés. Suele ser al revés. Suele ser más común que el inglés aparezca en la lengua hispana. Por cuestiones de penetración u opresión, según el punto de vista, cultural y porque el inglés posee más palabras, con más matices, que el español.

Si el Barça ganara cuatro partidos al Madrid... Mejor ni pensar en el impacto sobre la salud mental de sus dirigentes

Pero morbo no es superable en inglés. Al menos, para definir de manera concisa lo que significa un cierto tipo de rivalidad en el fútbol. Eso sí, el sorteo de los cuartos de final de la Champions no ha deparado tanto morbo como los morbosos habríamos deseado. Ni Real-Raúl ni Madrid-Barça. Aunque sí existen motivos para creer que los dos grandes equipos españoles se enfrentarán en las semifinales, lo que significaría cuatro partidos entre los dos en 20 días con el peligro concomitante de que vuelva a estallar la guerra civil. Pero, aunque España, en tal caso, permaneciera en paz, existirían un par de posibilidades -con perdón a Japón, donde esto va un poco más en serio- bastante catastróficas. Una, que el Madrid ganase los cuatro encuentros, lo cual acabaría de manera demoledora con la idea generalizada -en España y más y más en Inglaterra- de que el Barça es el mejor equipo de la historia. Y la segunda, que el Barça ganara los cuatro al Madrid, en cuyo caso... Bueno, mejor ni pensar en el impacto que podría tener sobre la salud mental de sus dirigentes y algún jugador que otro.

Pero, mientras tanto, en los cuartos de final algo de morbo hay. En el regreso de Van der Vaart al Bernabéu con el Tottenham, en el de Chigrinski al Camp Nou con el Shakhtar y, ante todo, en el partido entre el Chelsea y el Manchester United, las dos grandes potencias de la Premier League en lo que va del siglo.

Es sorprendente que, una vez más, vaya a haber por lo menos un equipo inglés en las semifinales de la máxima competición de clubes del mundo y que hoy sigan tres entre los últimos ocho. La calidad del fútbol en Inglaterra ha sido esta temporada la más nefasta que se recuerda en muchos años. El propio Alex Ferguson, el entrenador del Manchester, reconoció esta semana que el equipo que ganó la Copa de Europa en 1999 era bastante superior al que tiene ahora pese a que actualmente va primero en la Liga. La verdad es que cualquiera lo sabía. Da pena ver al Manchester por televisión después de ver al Barça o al Madrid. O al Villarreal o al Athletic.

En cuanto al Chelsea, que ha estado fatal esta temporada, pensaron que recuperarían algo de vigor con la contratación multimillonaria de Fernando Torres, pero el pobre hombre, que no ha marcado en sus seis primeros partidos con el equipo londinense, sigue siendo el mismo que vimos durante el Mundial. Es decir, el que España ganó no gracias a él, sino pese a él. Ojalá que se recupere de la enfermedad que le parece aquejar.

Ojalá -mucho más ojalá- que se recupere Abidal y que el triple horror del terremoto, el tsunami y la radiación nuclear no vaya a más en Japón. Existe una palabra japonesa que, como morbo, no se presta a una fácil traducción. La palabra es gaman y significa algo así como estoicismo, perseverancia, flema y sacrificio frente a fuerzas naturales o humanas devastadoras e incontrolables. Algo similar es lo que posee Abidal, según los compañeros del Barcelona que le han visto después de que se le detectara un tumor en el hígado esta semana. Con la diferencia crucial de que, sobre el campo, lo controla todo.

No ha habido este año, ni en España ni en Europa, un defensa más eficaz, más impecable, más elegante, más rápido, más limpio, más fino. En una temporada en la que ha habido tanta imbecilidad en el fútbol español, provocada casi toda desde un solo lugar, Abidal ha brillado por su categoría y su clase. Larga vida para él.

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