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Reportaje:LIGA DE CAMPEONES | Vuelta de los octavos de final

El sueño roto de Fàbregas

El capitán del Arsenal, sin trascendencia en el juego, explica que jugó lesionado desde el primer cuarto de hora - El conjunto inglés no remató ni una sola vez

El partido que soñó Cesc Fàbregas no se parecía casi nada al que jugó en el Camp Nou. Lo imaginó mil veces, incluso ayer mismo por la mañana. Pero no era esto. Cuando todo era un sueño para el niño de Arenys, en aquel taxi que le llevaba y le traía de Mataró a Barcelona cada día, Fàbregas soñaba con jugar en el estadio azulgrana, ponerse el 4, el número de Guardiola, y celebrar goles como los de aquel Figo que volvía con el 7 a la espalda. Ayer jugó en el lugar que siempre soñó, al fin pisó el estadio del Barcelona. Salió al campo al lado de Xavi, como capitán del Arsenal. No era lo mismo, pero tiene un mérito enorme.

Competitivo como pocos, a Cesc se le olvidó pronto que volvía a casa y en el minuto dos ya le protestaba al árbitro. En el seis Alves le dejó un recado y en el minuto 12 se la robó Busquets. Y dos minutos después, Almunia apareció por sorpresa en el escenario. Lo del portero navarro con el Barcelona es como una tradición. Nadie le invita, pero siempre aparece. Ocurrió en París, en la final de la Copa de Europa de 2006 cuando expulsaron a Lehmann a poco de empezar y sucedió ayer, después de que una falta sacada por Alves le partiera un dedo a Szczesny. Al de La Txantrea le han costado caros los goles contra el Barcelona: dos le costaron la final de Roma al Arsenal, seis encajó en la eliminatoria de cuartos de final de la pasada temporada y ayer se llevó otros tres para acabar, otra vez, derrotado.

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Cesc corrió más que tocó -diez kilometros y 31 pases-, y apareció más para mediar entre sus compañeros y los del Barcelona que para sacar la escuadra y el cartabón que lleva en sus pies. Se le vio incómodo porque cuando no le encimó Abidal lo hicieron Mascherano, Xavi o Iniesta. El manchego le robó la cartera en el minuto 48 en una jugada que Fàbregas tardará en olvidar porque terminó en el gol de Messi. No hace tanto, en Johannesburgo, fue Cesc quien se la dio al de Fuentealbilla para ser campeones del mundo.

Cesc fue el primero en tocar la pelota en el segundo tiempo, como si tuviera prisa por corregir el error. No tardó en quitarse un peso de encima, porque a los siete minutos celebró el gol en propia puerta de Busquets. Y tampoco tardó en hundirse en la miseria: desesperado, ni siquiera protestó la expulsión de Van Persie -aunque luego manifestaría su desacuerdo: "Creo que no pueden expulsar un chico por eso", declaró tras el encuentro a las cámaras de TVE-1-. De golpe, cuando lo más difícil parecía hecho, el partido se le complicó demasiado. A esas alturas, a Fàbregas no le quedaba nada con qué soñar, pero tenía todo por lo que pelear. Lo hizo contra natura, corriendo detrás de la pelota metido en una cuesta abajo irremediable. Marcó Xavi, le hicieron penalti a Pedro y, cuando pudo acercarse al área, le pitaron fuera de juego.

En el minuto 33 de la segunda parte, Francesc Fàbregas, capitán del Arsenal, dejó su puesto a Bendtner. Desde el banquillo, vio como aquel sueño se hacía añicos hasta convertirse en una pesadilla. Y se dolía. No solo por el resultado final. Sino porque cuando apenas llevaba unos minutos trotando por el césped del Camp Nou se resintió de su lesión en los isquiotibiales, que lo había tenido apartado del juego desde el partido de la Premier contra el Stoke City. "Supongo que las ganas que tenía de jugar este partido me han hecho reaccionar un poco, pero al final me han tenido que cambiar", confesaba el catalán finalizado el partido. Quien, aún pareciéndolo, no abandonó el estadio lesionado fue Mascherano, que salvó el gol que podría haberle dado la eliminatoria al conjunto inglés: solo se le había subido el gemelo, explicó el club.

"El Barça ha jugado muy bien, prácticamente no hemos tenido oportunidades. Pero estoy muy orgulloso del equipo. Les hemos jugado de tú a tú y hemos defendido como hemos podido", añadió Cesc. En efecto. Solo se defendió el Arsenal, que no contó ni un remate a favor entre los tres palos.

Guardiola protesta una jugada con Wenger al fondo.
Guardiola protesta una jugada con Wenger al fondo.LLUÍS GENÉ (AFP)

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