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Reportaje:

Standstill y los dilemas de la existencia

El grupo barcelonés presenta 'Rooom', un musical 'indie' basado en su último disco

Empaquetaron a mano su último disco, Adelante, Bonaparte. Cinco mil cajas que contenían tres CD. Y las vendieron todas. Después otras tantas en formato digipack, "comparado parece cutre pero, joder, está muy bien", dice Enric Montefusco, el líder de Standstill, en la cafetería de El Círculo de Bellas Artes. Ha venido desde Barcelona para hablar de Rooom, el espectáculo basado en ese disco que representan unos pisos más arriba, tres noches consecutivas, empezando ayer.

No es la primera vez que lo hacen en Madrid. La presentación oficial fue en otoño, en el Circo Price. "Pero esta vez será mejor", promete. "Porque aunque al final salió y la reacción del público fue estupenda aquel fue uno de los peores días de mi vida". Sonríe recordando aquella noche. Uno de sus técnicos sufrió un cólico y terminó en el hospital mientras la banda lidiaba con que uno de los proyectores se había estropeado y no había recambio (apareció al final uno del Teatro Real o no sé de dónde", rememora Enric). Cuando todo parecía solucionado se les cayó una pantalla. "Un desastre".

Empezaron a mediados de los noventa en el otro extremo del rock

Son problemas derivados de lo complejo del montaje. Rooom va un paso por delante de lo que es habitual en el circuito del rock independiente. No es un concierto rock. "Es un espectáculo musical", explica Montefusco, dejando caer las palabras como si tuviera miedo de resultar pedante. Lo que el público ve son cinco músicos en penumbra rodeados por tres pantallas de gran formato. Sobre esas superficies se proyectan cortos que van de lo abstracto a lo cotidiano. Es como estar observando lo que ocurre dentro de una habitación durante 90 minutos. O en la cabeza de alguien. Poco a poco se descubre que ese alguien es un tal Bonaparte, el apodo de un chico de unos 30 años, heterosexual, de clase media, que vive en una gran ciudad. Posiblemente, Barcelona. La historia empieza con la muerte de su padre, y es mejor no contar el final porque, sorpresa: tiene un final.

Es la puesta en vivo de las 20 canciones de Adelante, Bonaparte. Un disco conceptual. Así, como suena: "Habla de la vida, del amor, de la muerte", dice Enric. Y es verdad. Es eso tal cual, un álbum que habla de los grandes dilemas. Afortunadamente no hay pretensiones de encontrar respuestas universales sino una sinceridad demoledora. "Creo que eso es lo que hace que funcione. Que hay un esfuerzo para mostrar las dudas y las debilidades y eso hace que la gente se identifique. Es sincero, como lo ha ido siempre lo que hacemos desde el principio".

Es verdad. Enric, ahora treintañero, con su barba y su chaqueta parece un intelectual, pero Standstill empezó a mediados de los noventa en Barcelona en el otro extremo del rock. Eran parte de la escena hardcore, una variante dura y acelerada del punk. Cantaban en inglés, escupían rabia. En 2004 cambiaron al castellano. Pero el gran cambio se produjo con el siguiente disco, Vivalaguerra, de 2006. Primera aproximación a lo conceptual, primer espectáculo con continuidad, mejor disco del año para varias publicaciones. Y el momento en que Enric empezó a ganarse la vida con esto. Decidió seguir por ese camino. "No ha sido fácil. Por el camino hemos dejado siete exmiembros. Al final, cada uno encuentra su lugar y todo se complementa. Me costó vencer las reticencias la primera vez que decidí hacer algo distinto, pero ahora ya es mucho más fácil. El que diga que un grupo es una democracia, miente".

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