"Me hubiera gustado ser hombre invisible"
Pregunta. Después de más de 60 años de profesión, ¿le aporta algo hacer La sonrisa etrusca?
Respuesta. Me aporta la posibilidad de trabajo. Nada más. No tengo alternativa. Ya me hubiera gustado tener otra profesión.
P. ¿Cuál?
R. Ser músico. O científico. Pero de esto vivo. Así sucedió. ¿Me aporta? Está José Luis Sampedro, una novela de muchísimo éxito y la posibilidad de trabajar con José Carlos Plaza y Julieta Serrano.
P. ¿Su sonrisa es etrusca, napolitana, bonaerense o madrileña?
R. Es napolitana. La sonrisa napolitana consiste en mentir un poco. Yo soy muy mentiroso.
P. Pues como le crezca la nariz...
R. No hablemos de eso, porque fíjese ya qué apéndice [ríe].
P. Ha hecho unas 130 películas. Casi una y media por año. ¿No le convendría calmarse un poquito?
R. Las circunstancias en las que vivimos ahora hacen calmar a muchísimos de mi profesión. Hace unos cuantos años que estoy calmado.
P. Sus hijos se han dedicado a lo mismo. ¿No pudo encauzarles hacia algo de provecho?
R. Esa fue mi intención, hasta que salieron de mi égida y decidieron por su cuenta. Mamaron esto de pequeños, se divirtieron, y, lamentablemente, tuve que aceptarlo. Afortunadamente, les fue bien.
P. ¿Con qué merece la pena ser irreverente?
R. En general, con todo. La irreverencia respetuosa me parece una actitud muy positiva.
P. Cuando vino a España, en 1974, dijo rechazar "las religiones, los militares y el sistema". ¿Se le ha pasado?
R. Sigo igual, aunque estoy un poco más apaciguado, y depende de las circunstancias.
P. ¿Se ha ido detrás de alguno de sus personajes?
R. No, no, en absoluto. Yo tengo mi función de teatro, de trabajo, y cuando se termina hago mi vida normal.
P. En una película fue amante de Xabier Elorriaga. ¿Les quedaron secuelas?
R. Ah [ríe]. Se llamaba A un dios desconocido, la dirigía Jaime Chávarri y trabajamos en una casa en la que teníamos un mucamo homosexual y creo que indonesio, que se erotizó mucho cuando nos besamos. El problema fue que al día siguiente tuvimos que repetir la escena, porque salió mal. La única secuela es contar la anécdota.
P. ¿Para pareja de hecho, mejor Pepe Sacristán?
R. Igual, igual.
P. Su padre era napolitano y sastre. ¿Usted a quién le cortaría un traje?
R. A Camps.
P. Dice ser partidario de "la mala leche". ¿En qué la usa?
R. La mala leche me sale especialmente con los equipos que juegan en contra del Real Madrid.
P. ¿Pero es tan merengón? ¿Dónde queda el Chacaritas?
R. Lo tengo en el corazón, en mi infancia, en mi juventud.
P. "Me divierto solo, conmigo mismo". ¿Hay placer solitario como hay vicio solitario?
R. Cuando era adolescente me autosatisfacía sin ningún tipo de problema. Pero ahora ya no. Y el placer solitario es regodearme con el entorno cuando hay silencio, y poder fantasear.
P. ¿Cuáles son sus fantasías?
R. Muchísimas, muchísimas. Aunque me he dado cuenta últimamente de que ya no tengo tantas. Siempre me hubiera gustado ser hombre invisible, para hacer lo que no se puede hacer, e ir por ahí mirando.
P. Creo que le gusta el humor. ¿Pero no tiene cara de triste?
R. Claro que tengo cara de triste, totalmente. Pero el humor está dentro. Imagínese a Buster Keaton y a tantos otros, que tenían esa cara imperturbable.
P. Dice vivir pendiente del timbre del teléfono. ¿Quién le gustaría que le llamara?
R. En una época, Einstein; en otra, Marilyn Monroe. Ahora, que no me llame nadie, porque estoy haciendo una entrevista.
P. ¿Qué personaje hubiera querido ser?
R. Murciélago, Superman, Tarzán. Me provocaba la satisfacción de poder superar mi timidez.
P. ¿De qué se compone su regodeo sentimental?
R. Fundamentalmente, de lo que yo mantengo en mis paseos para recuperar mis lugares, sobre todo en Buenos Aires. Recorro los lugares que me pertenecen por derecho propio, por infancia, por adolescencia. Siempre tengo que mirar para arriba, porque abajo las casas han cambiado, pero arriba se mantiene todo desde hace 100 años. En ese regodeo lo paso estupendamente.
P. Hace años dijo que Madrid le resultaba sedante y acogedora. Intuyo que no había conocido a Gallardón.
R. No me acuerdo quién estaba [ríe]. Lo digo porque cuando voy a Buenos Aires hay otro motor, otras sensaciones, otros encuentros, cosas que me perturban, pero me gustan Y venir aquí es como venir a una gran villa, algo placentero, pero más tranquilo.
Perfil
Tiene 81 años y dos hijos que siguen sus pasos. Le gusta mucho la música, pero cuenta que solo toca el timbre. No obstante, hace exhibición de voz entonando canciones napolitanas [ver vídeo en elpais.com], que escuchaba a su madre de niño. Le gustaría tener un año sabático, pero no jubilarse, por razones económicas. Se entretiene haciendo de abuelo: "La llegada de mi nieta ha convulsionado todo".
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