_
_
_
_
Tribuna:MI CORAZÓN DELATOR
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Galería nocturna

Son jóvenes de 17 años a los que dan píldoras alucinógenas con las bebidas, la leche, el Nescafé, ha dicho Gadafi y entonces ha bajado el pulgar como un emperador o como una mano de Facebook y los ha masacrado en su mogollón de sangre y arena. En la cara de Gadafi hay una esfinge de piedra que representa al tipo que lleva todo el fin de semana de cubatas y rayas; pero la verdad es que también le da un aire pacífico al Loco de la Colina. ¿Desde qué colina enloquecería Gadafi travestido con sus túnicas de Indira Gandhi o de Demis Roussos de Bodega Bohemia?

La saña de Libia, los jazmines de Túnez, la plaza de Egipto llena de jóvenes, viejos y niños. Manifestaciones en Yemen, Bahréin, Argelia, Marruecos. El vendedor de fruta que se pegó fuego como una estatua de la libertad. Dos meses ya devorando el diario con hambre de que cambie el mundo, agarrado a este periódico que he comprado todos los días desde los 17 años como quien paga cada mañana por un poco de libertad (y cuando voy a echar cuentas descubro que hasta ahora lo único que he hecho ha sido pagar los intereses). Leyendo, digo, estos días con pasión de adolescente alucinógeno las crónicas de los corresponsales, la semblanza que le ha hecho Enric González a Gadafi en su ordinaria locura, la columna de David Trueba sobre lo rídiculo de todos los dictadores. Hay un libro, Pallasos i monstres, sobre Idi Amin, Bokassa, Mobutu, Obiang..., que escribieron a medias Albert Sánchez Piñol y un compañero suyo que ya no quiere firmarlo porque si le pillan pueden pasarle dos cosas: que no le dejen entrar más o que no le dejen salir nunca. Locos, ridículos, payasos, son expulsados de la historia, unos en vida, los nuestros después de muertos. ¿Qué dirigente democrático no se ha fotografiado sonriente más de una vez, no ha salido bien satisfecho en televisión junto a alguno de ellos?

Si la democracia desaparece de un país, solo va a volver como 'revival'
El poder de los tiranos es como un 'twitter' escrito por 'frikis'
La gente es más de los Chichos y va cantando "quiero ser libre"

Si no fuera por la electricidad tendríamos que ver la televisión a oscuras, es otra de las muchas frases delirantes de Gadafi que estos días corren por Internet. Gadafi es el Timothy Leary de las revoluciones y ahora está escribiendo su propio libro de los muertos. El poder conduce a una galería nocturna de terrores y delirios. Aznar hablando en vaquero como lo hacía el gallego John Balan cuando tocaba con una puerta la música de su película inventada La muerte es inoxidable. Ernesto Giménez Caballero y Ramón Serrano Súñer, el cuñado de Franco (¿cuál de los dos haría de Risitas?), que quisieron casar a la hermana de José Antonio con Adolf Hitler. El poder de los tiranos es un twitter escrito por frikis. Kim Il Sung creó un gran movimiento guerrillero, instauró la República Popular Democrática de Corea y antes de morir decretó que su trono comunista era hereditario. En vida mandó levantar estatuas suyas en medio de la selva y destinó un día a la semana para que los científicos del país pudiesen exponerle sus dudas sobre energía nuclear, astronomía, química... Ahora gobierna su hijo Kim Jong-il, que recibe el nombre de Querido Líder, y el hijo mayor de este, Kim Jong-nam, que le sigue en la línea sucesoria, fue detenido en Tokio con pasaporte dominicano falso cuando iba a ver Disneylandia. Tiene otro hijo, Kim Jong-chol, que se le escapó hace poco a Singapur para ir a un concierto de Eric Clapton.

La mujer tiene derecho a concurrir a unas elecciones tanto si es macho como si es hembra, también lo ha dicho esto Gadafi en el lenguaje obsceno del poder, que es la lengua que habla, por ejemplo, Berlusconi cuando les aconseja a las víctimas de un terremoto que se lo tomen como un fin de semana en el cámping. Es el mismo idioma que empleó aquí Sancho Rof cuando era ministro de Sanidad y explicó que la colza es un bichito tan pequeño que si se cae de la mesa se mata. La voz del poder no es para poner argumento, porque el poder ni lo necesita ni lo tiene. El Estado es el silencio. En un artículo que publicó en Letras Libres el premio Nobel Le Clézio cuenta cómo, en 1971, fue trasladada a la fuerza y secretamente la población del archipiélago de los Chagos a isla Mauricio para que los americanos construyesen una gigantesca base aeronaval. A los deportados los dejaron en barrios de chabolas. De la pista de vuelo de la base iban a despegar años después los bombarderos rumbo a Irak y a Afganistán.

El Gadafi que se va a hacer con el poder será un joven teniente que actúa animado por los éxitos de Nasser en Egipto. En Gadafi ha ocurrido igual que pasó con los Chunguitos, que nacieron como calco de los Chichos, y a medida que se iban demacrando les iban superando en popularidad y ventas. Gadafi, cuando se pone más serio, tiene un aspecto de estar cantando mentalmente Pa ti pa tu primo. En sus fotos se percibe también un estado de ausencia que delata su delirio; pero, sobre todo, se trasluce un embrutecimiento histórico, de clase, al que se ha abandonado finalmente, quizá en una búsqueda de sí mismo. Gadafi es un beduino del desierto, un vagabundo de la luz al que no le gusta ver la televisión a oscuras.

Al leer a Pasolini caeremos en la cuenta de hasta qué extremo van a coincidir el auge de la televisión y el declive de la democracia. Con Berlusconi esta teoría tendrá su constatación. Si la democracia desaparece de un país, solo va a volver como revival (una monarquía parlamentaria es el revivalismo de una república). Berlusconi también es un revivalismo de la actualidad. Es, por ejemplo, la versión del actual dictador de Gambia, el teniente Yahya Jammeh, que, en 1994, se cargó la democracia e introdujo la televisión en su país. Pero antes reinstauró la pena de muerte, que había sido abolida por su predecesor, el presidente Dawda Jawara. Durante la época de Jawara, Gambia cobró fama de tener una democracia consolidada y de disfrutar de bonanza económica. En parte, esta se debía a la televisión mundial. A finales de los años setenta, empezaron a aterrizar en Banjul cientos de miles de turistas norteamericanos y europeos, muchos escandinavos, que llegaban atraídos por la teleserie Raíces. Querían ver la aldea de Juffure, poblada por los mandinga, en el estuario del río Gambia, donde Kunta Kinte fue capturado y esclavizado. Por entonces Gadafi acababa de escribir su Libro verde, donde brindaba todo el poder a las masas. Pero la gente es más de los Chichos y va cantando "quiero ser libre".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_