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Guardiola y Mourinho como metáforas

Joan Subirats

El nivel de diferenciación que van adquiriendo los estilos de dirección y la forma en que proyectan su imagen Guardiola y Mourinho requieren una atención que entiendo que va más allá de lo deportivo. Hace ya unos meses publicaron un libro en esa línea dos profesores de liderazgo empresarial (Gallardo y Cubeiro, Alienta Editorial), y el mismo Guardiola ha protagonizado una campaña de publicidad de una institución financiera que partía de su filosofía de dirección de equipos. También hay quien ha comparado sus estilos a los de directores de orquestas famosos, acercando Mourinho a Muti y Guardiola a Von Karajan, basando esa afirmación en una magnífica presentación del director de orquesta Itay Talgam disponible en Internet (www.ted.com). La dimensión global del FC Barcelona y del Real Madrid, su constante rivalidad y los contrastes entre ambos personajes ayudan a la popularidad de esos contrastes.

Entiendo que Mourinho transporta una forma de ver el mundo muy individualista y egocéntrica

Me interesa aquí tratar de conectar esa fuerte dualidad con temas más sociales y políticos. Entiendo que Mourinho transporta una forma de ver el mundo muy individualista y egocéntrica. Constantemente se esfuerza en dejar claro que él es un profesional, un free rider, que hoy está aquí y mañana estará en otro lugar. Tras el partido contra el Málaga, insistió: "Si no están contentos, me voy", y acusó al resto del mundo de ser hipócrita. Quiso dejar claro que no le preocupa que con su actitud erosione la tradición de "señorío" del Real Madrid. Su última frase en la rueda de prensa fue una verdadera perla: "Mi mundo es otro". Una persona sin raíces, que efectúa su trabajo con gran frialdad y profesionalidad, que parece saber siempre qué debe hacerse y quién debe hacerlo. No busca el carisma, busca el resultado. No tiene ningún interés en ser querido. Prefiere ser temido. Le avalan sus resultados, no sus afectos. Guardiola trata, hasta el exceso, de difuminarse en el conjunto. Su fuerza es el colectivo. Es políticamente correcto, pero no es convencional. En su corrección anidan sus valores y convicciones, y de manera consistente van emergiendo cuando así se requiere. No precisa hablar de raíces o de coherencia en su trayectoria. Es plenamente consciente de que transporta esos elementos en su propia figura. No hace gala de ello. Simplemente es.

Mourinho puede ejemplificar esa figura de ejecutivo frequentflyer, codiciado por las multinacionales, sin ligámenes ni vínculos personales o de entorno que le impidan hacer en cada momento lo que sea más eficaz y eficiente. Un utilitarista nato, poco interesado en saber quiénes son los que le rodean, sino más bien preocupado en para qué le pueden servir. Y a los que no le sirven, no tiene reparos en decírselo. Desde mi punto de vista, señala esa deriva del valor fundamental y muy contemporáneo de la autonomía personal, hacia un individualismo sin lazos. Partidario de que cada uno se busque la vida como buenamente pueda. Las lógicas de solidaridad o reciprocidad resultan desde esa perspectiva valores molestos o solo justificables desde la compasión de quien es superior. En esa mirada binaria y evidentemente simplificadora, Guardiola defiende al máximo la individualidad de sus jugadores, pero siempre en una lógica de autonomía con. La propia lógica del juego desplegado por el equipo se basa en yo solo no puedo. La interdependencia es una constante, no una variable. El trabajo en red se practica como fundamento. Sobran los egoístas, los insolidarios, los gorrones.

El cambio de época en el que estamos metidos exige replantear muchas cosas. También las formas de convivir y de organizarnos. Frente al utilitarismo salvaje del mercado, podemos buscar antídotos no burocráticos o estatalizadores. Construir lo común, formas de convivencia que partan de la dignidad de las personas más que de su estricta productividad mercantil. Mi lectura de las personalidades aquí caricaturizadas parte del sesgo evidente de mi adscripción desde antes de tener uso de razón al FC Barcelona. Pero nos deberían hacer pensar en los modelos de convivencia y de relación en los que preferiríamos vivir.

Joan Subirats es director del Instituto de Políticas Públicas de la UAB.

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