Pobres mujeres

Narrativa. Los detalles de la vida cotidiana han abierto muchas puertas a la literatura. Es un procedimiento clásico que Ignacio Carrión maneja con la sutileza exigible a un autor que se atreve a profundizar en los hábitos sociales. Buen observador, en este libro de relatos cortos y punzantes como un alfiler, inquietantes como un augurio, Carrión sitúa al lector ante escenas muy reconocibles: los pequeños desencuentros de una pareja en la conversación mil veces repetida, el juego de dos niños, una velada en casa con invitados, el trayecto en un taxi hacia el aeropuerto... Las situaciones corrientes, sin embargo, son el caldo de cultivo de las obsesiones y las neurosis. Una oportunidad para que el escritor se asome, con un escalofrío, a los trasteros de la soledad y la rutina. La ironía de un humor distante atenúa la crueldad de la mirada narrativa y hasta cierto punto la humaniza. Aunque no demasiado. El escritor, en realidad, busca en el lector un cómplice para adentrarse, tras las bambalinas de lo acostumbrado, en los rincones donde se agazapa la locura.