"En Twitter una novedad dura tres días"
Mitad brasileño, mitad japonés, Alexandre Okada se enorgullece de haber contribuido a llevar a Dilma Rousseff a la presidencia de Brasil. "Fue algo histórico. Lula había sido un presidente superimportante y daba paso a una desconocida". Para abordar el desafío, el sanedrín que diseñó la campaña presidencial (cinco políticos y cinco profesionales de la comunicación) apostó por una fórmula revolucionaria. Desde el cuartel general de Brasilia controlaban toda la información durante las 24 horas del día. "Era como un Gran Hermano", asegura.
La estética de la campaña adoptó métodos cercanos a la publicidad. "Introdujimos códigos visuales, grafismos, color, luces y estructuramos los bloques televisivos de manera dinámica. Como si se tratara de un programa de variedades. Hablar de cosas aburridas haciéndolas interesantes". La colaboración de la candidata fue clave. "Dilma es muy disciplinada, trabaja fuerte y duro, tiene ideas sólidas y personalidad". Fue una campaña muy diferente de la de Obama, en la que jugaron un papel crucial los medios digitales. Alexandre Okada relativiza su impacto. Afirma que no es bueno subestimar el poder de Internet o de las redes sociales, pero tampoco sobrestimar sus efectos.
El publicista brasileño participó en la campaña de Dilma Rousseff
Fotógrafo y publicista, a Okada se le iluminan los ojos cuando habla de Lula. Recuerda que cuando abandonó la jefatura del Estado gozaba de una popularidad del 85% y no ahorra elogios hacia su política social. "Hay gente que necesita ayuda y un Gobierno tiene la obligación de hacer algo por ellos. Es una idea básica".
Acomodar la creatividad a los nuevos soportes e idear fórmulas eficaces son los grandes retos de un sector que actúa como termómetro de la economía. "Somos esclavos de los viejos hábitos. Internet aplicó conceptos de la publicidad tradicional. Los banners son los avisos de los periódicos antiguos", explica. Si algo tienen los nuevos medios es que todo en ellos es efímero. "Una novedad en Twitter dura tres días", dice.
Como buen brasileño, Okada adora la carne -siente debilidad por el jamón- aunque se decanta por el pescado. Tal vez sea una manera de adaptarse a su nueva vida en España: acaba de incorporarse a Publicis como director creativo. Como no podía ser menos, reverencia el fútbol -es hincha del Corinthians, el club de Roberto Carlos y, hasta ayer, de Ronaldo-.
Y es un ecologista convencido. Su compromiso le llevó a realizar una campaña global de Greenpeace contra la caza de ballenas en Japón. El reto era complejo si se tiene en cuenta que los japoneses "tienen una imagen pésima de Greenpeace; ven a los activistas casi como terroristas". ¿Cómo cambiar esa imagen? "Me llamó la atención que el consumo de carne de ballena en Japón era muy pequeño. Entonces, ¿por qué las cazan? Por una cuestión cultural, como ocurre con los toros en España. Es una tradición. Durante la II Guerra Mundial las ballenas fueron la principal fuente de proteínas. Entonces pensamos: si las ballenas ayudaron a salvar al pueblo japonés, ahora el pueblo japonés puede ayudar a salvar las ballenas". Fue un éxito.
Mientras degusta los delicados dulces, Alexandre Okada desgrana su reto personal: volver a Japón para visitar la región de su familia y encontrar el rastro de aquel pariente samurái del que tanto le habla su abuela.
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