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Reportaje:

Un Gobierno maniatado

La mayor caída del presupuesto en la historia de la autonomía atenaza a la Xunta, que apenas es capaz de aprobar asuntos de trámite en los consellos

Todos los periodistas que siguen regularmente la actividad de la Xunta recuerdan el Consello de la filloa. Se celebró el 28 de enero de 2008. Aquel día, el bipartito llevó un único asunto a su reunión semanal de Gobierno: declaró el interés turístico y cultural de la Festa da Filloa de Lestedo. No hubo más acuerdo que ese y desde entonces se convirtió en un símbolo de la falta de ideas de la coalición. Dos años más tarde, la Xunta de Feijóo, que ha sufrido el mayor desplome presupuestario de la historia de la Autonomía, vive bajo el síndrome del Consello de la filloa.

Desde que comenzó 2011, año en que las cuentas públicas deberán reducirse en 1.177 millones de euros hasta llegar a los niveles de inversión de 2006, el Gobierno gallego, sin fondos para financiar grandes proyectos, apenas aprueba asuntos de trámite y se limita a despachar el día a día de la gestión. En lo que va de año ha celebrado cinco consellos donde ha dado luz verde a 16 decretos, 31 acuerdos y repasado 21 informes. Excepción hecha de la aprobación definitiva del Plan de Ordenación do Litoral y las Directrices do Territorio, que salvaron su último trámite el pasado jueves, ningún asunto de calado. La Consellería de Industria renueva avales a empresas, la de Presidencia firma convenios en materia de emergencias e incendios, y la de Educación cambia nombres a los centros universitarios de Vigo, igual que la de Cultura declara algún monumento bien de interés cultural.

En su peor semana, Feijóo alegó no tener competencias para luchar contra el paro
Facenda reclamará 563 millones más al Gobierno central en los tribunales

La prueba de que la falta de fondos atenaza a la Administración gallega estuvo en el Consello de la Xunta que el presidente desplazó a Coruña el pasado 3 de febrero. A falta de obras para vender en una de las ciudades que el PP pretende gobernar tras las municipales, el conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, Agustín Hernández, pregonó los fondos que destina en la provincia a la conservación de las carreteras: 30 millones de euros. Es, con mucho, la mayor inversión de las aprobadas en este mes y medio. La siguiente son 13 millones de euros que se destinan a urbanizar el parque industrial de Tomiño, paralizado por este mismo Gobierno al poco de llegar al poder.

Y mientras, las cifras de la Encuesta de Población Activa colocan a Galicia como la comunidad donde más ha crecido el paro en 2010, un 20,9%, a pesar de los efectos turístico y los supuestos récords del Xacobeo. El pésimo dato económico ha pillado al presidente y al PP con el pie cambiado. En medio de esa cascada de cifras negativas, los populares programaron como primera comparecencia parlamentaria tras las vacaciones, la del titular de Medio Rural, Samuel Juárez, para informar de un tratamiento contra la plaga del pino.

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Enzarzado en la batalla de las cajas y en mil guerras contra el Gobierno central, Feijóo vive sus peores días desde que accedió al poder. Esta semana llegó a alegar en el Parlamento que carece de competencias para luchar contra el desempleo, en un claro signo de impotencia, mientras la oposición, igual que hizo él la legislatura pasada, le reprocha cada nuevo parado. El presidente reconoció algo más: que por mucho que reciba más fondos del Gobierno central, los desempleados serán los mismos.

Lo que no impide que se parapete tras el Ejecutivo de Zapatero al que el propio Feijóo ha convertido en el payaso de las bofetadas. Sin apenas programas que aprobar, las ruedas de prensa posteriores al Consello se convierten en un pim pam pum contra el Gobierno socialista, "culpable" de que la Xunta no pueda ahorrar 100 millones anuales en medicamentos, del desmoronamiento de las cajas, pero sobre todo de no transferir a Galicia 243 millones de euros del Fondo de Cooperación firmado en el último acuerdo de financiación autonómica.

Ese dinero que el Ministerio de Economía pretende transferir en 2013 sirve a Feijóo y al PP para justificar la inacción de la Xunta en cualquier asunto imaginable. Atendiendo a las explicaciones del presidente y de algunos de sus diputados durante estas últimas semanas, la llegada de esa partida solucionaría a la vez la financiación de las universidades, el pago de las ayudas por dependencia, una mayor apuesta por las políticas activas de empleo y hasta la apertura de guarderías infantiles y residencias de ancianos.

Demasiados problemas que solucionar con solo 243 millones de euros. A esa cantidad sumó la Conselleira de Facenda, Marta Fernández Currás, una nueva deuda, otros 563 millones, en recaudación del IVA y otros conceptos, que la Xunta amenaza con reclamar en los tribunales.

La mano del presidente, en las notas de prensa

Que el actual Gobierno de la Xunta no es el que soñó Feijóo tras ganar las autonómicas es algo que sabe todo el partido y que ni siquiera los asesores del presidente se atreven a desmentir. En circulos financieros está corrido que Juan Ramón Quintas, ex presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro, era el elegido por Feijóo para capitanear la economía gallega en medio de esta tormenta perfecta que resultó ser la crisis. Dijo que no.

Directivos de empresas importantes también desecharon otras ofertas del presidente para hacerse con una cartera en la Xunta y al final, pese a que gozó de plena libertad para configurar su gabinete, Feijóo tiene el Gobierno que puede, pero no el que le gustaría.

Cuenta entre sus personas de máxima confianza a Agustín Hernández, titular de la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, la más inversora, y a Alfonso Rueda, titular de Presidencia y su alter ego en el partido, pero algunos alcaldes y cargos intermedios de la Xunta empiezan a echar en falta más peso político en otros departamentos, especialmente en el área económica.

Y así las cosas, es el propio Feijóo el que no solo coordina, también supervisa toda la labor del Gobierno, hasta el punto de que llega a revisar personalmente los comunicados de prensa que manda la Xunta a los medios de comunicación sobre sus discursos. El presidente cambia titulares e incluso dicta la redacción de las notas que se envían a los medios. Algunas fuentes señalan que ese afán por controlarlo todo, por estar en el más mínimo detalles, que siempre ha caracterizado a Feijóo, ralentiza la acción del Gobierno.

Su apretada y mediática agenda que suele requerir de su presencia en medios nacionales -al contrario de lo que hacen otros dirigentes, Feijóo no suele denegar entrevistas, por pequeño o crítico que sea con él el medio de comunicación- lastra también capacidad ejecutiva a la Xunta.

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