Gobierno de concentración en Lugo

Tiene 45 años, pero forma parte de la historia de una ciudad bimilenaria. El Breogán es algo más que un club en Lugo, es un estilo de vida, tomarse los vinos y bajar hasta el viejo pabellón de la carretera de Santiago, hacerse fuerte cuando con el nacimiento de la ACB ésta busco llevar al baloncesto hacia las grandes capitales. Lugo resistió para dar valor a la fusión de años atrás entre Breogán y La Casera, que en los setenta unieron esfuerzos para que el deporte de la canasta se quedara en la ciudad. Entonces el ídolo era Bob Fullarton, un pívot americano dotado para el tiro de media distancia que se paseaba por Lugo encajado en un 600. Luego llegaron Tito Díaz, el gran ídolo local Manel Sánchez, el elegante Jimmy Wright, Devin Davis o Charlie Bell, último gran mito de un club que el pasado verano vivió una situación límite: tras cuatro años lejos de la ACB y de frustradas intentonas de ascenso, su presidente, Raúl López, se fue a dirigir al Obradoiro. Ante el panorama de un delicado vacío de poder en un momento en que la deuda superaba el millón y medio de euros, la Diputación dio un paso al frente. Ahora Antón Bao, vicepresidente de la institución provincial en representación del BNG, es el máximo mandatario del club. En su directiva, el vicepresidente económico es un político socialista y el tesorero es del PP.

A la institución le cuesta encontrar un comprador para el equipo

El presidente, Antón Bao, es el candidato del BNG a las municipales

"Es un hecho aislado y transitorio", aclara Bao, que en primavera, mientras el club pelee por su futuro deportivo, se presentará como cabeza de lista de su partido a la alcaldía de Lugo. "No quiero mezclar las cosas, ni usar el club como una plataforma electoral", advierte antes de aclarar que, personalmente, tiene serias dudas sobre si es razonable que las instituciones públicas destinen dinero y esfuerzos al deporte profesional. "Se trata de algo heredado y algún día habrá que abordar la situación porque es antinatural, pero ahora no es el momento", conviene.

El legado es cosa del anterior equipo rector de la Diputación que, con Francisco Cacharro Pardo al frente, decidió adquirir casi la mitad del accionariado del Breogán cuando tuvo que convertirse en sociedad anónima deportiva. Lo más probable es que si no lo hubieran hecho, el club hubiera perecido y eso ni siquiera a su actual presidente se le pasa por la cabeza. "Lugo no lo dejaría. Todos los clubs de la ciudad y de la provincia son queridos, ahora bien: el Breogán es especial".

La Diputación busca a alguien que se haga cargo del equipo y no acaba de encontrarlo. Busca en Lugo y hay habas contadas. El adiós de Raúl López, dueño de Monbús, se suma al de Jesús Lence, mandamás de Leche Río, que guió la última aventura en la ACB y todavía colabora en el patrocinio. Pero lo que ocupa a la singular directiva breoganista es dejar a cero la deuda y allanar el camino para un nuevo rector.

Las apreturas se perciben sobre el parqué. Sin pívots dominantes, el Breogán padece en una Liga Española de Baloncesto (LEB) en la que hay dos equipos que sobresalen (Obradoiro y Murcia), tres alternativas y trece escuadras que luchan entre las eliminatorias de ascenso y el desastre del descenso. "Mi objetivo es jugar el play-off", anticipa Pepe Rodríguez, técnico del equipo. Apenas lleva un mes en Lugo, adonde llegó para rescatar a un grupo que miraba para el fondo de la clasificación, irregular, capaz de ganar en Murcia o apalizar a Cáceres y de encadenar seis derrotas consecutivas.

El pasado sábado el Breogán venció en casa y con mucha holgura al Tarragona, 93 a 61. Rodríguez es un fontanero del baloncesto, un tipo con amplia experiencia en las catacumbas de la LEB, especialista en manejarse en economías de guerra. "Hubiera preferido que mi historia fuera otra, pero entrené en Gijón en el peor momento de la historia del club y en Huelva o Gandía llegué en situaciones críticas". Rodríguez siempre dio el callo, pero el tiempo acabó por fulminar esos tres proyectos deportivos. Al menos él cree que en Lugo no ocurrirá lo mismo. "No me he encontrado un ambiente depresivo. Es cierto que se viene de un pasado brillante y la situación económica es complicada, pero aún con algún retraso lógico en los pagos, porque diciembre y enero son meses para cuadrar balances y recibir subvenciones, tenemos garantías de que en adelante no habrá problemas", matiza.

Rodríguez pide compromiso y esfuerzo y sabe que no está en condiciones de exigir fichajes. "Tenemos la opción de que pueda llegar alguien hasta finales de febrero y es interesante estar atentos al mercado porque puede haber percances, pero el trato que hice es trabajar con lo que hay". Y no hay mucho. No sobra el carisma en el plantel como para que los habituales del Pazo Universitario entren en la efervescencia de los buenos tiempos, no tan extraños para una entidad que estuvo en la máxima categoría la mitad (22) de las temporadas que ha competido.