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Crítica:LIBROS / NARRATIVA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bestiario y fuga

En la solapa de los cuentos reunidos en Al final del mar (2009), el primer libro de Gabriel Sofer publicado en España, se decía que el escritor había nacido en 1973. Ahora, en este Bestiario y fuga impreso en 2010 se afirma que llegó al mundo en 1974. De seguir así, este autor de origen madrileño y residente en Brooklyn no va a tener problemas de envejecimiento. En todo caso, tampoco necesitará llegar a viejo para cultivar la literatura sapiencial, ese género teñido muchas veces de resignación y desengaño (Job, Eclesiastés), y por lo general asociado a la experiencia de quien ha vivido mucho. Ya dio fe de ello con sus cuentos, y lo confirma ahora con este relato híbrido que combina la fábula, el canto a las cuatro estaciones y el diálogo moral, y viene además ilustrado con las imágenes de Lina Vila, que le proporcionan una vida paralela. Bestiario y fuga retrata a algunos animales del barrio neoyorquino de Brooklyn durante un año. Comenzando por el verano, el autor compone un friso con dos caracteres principales, un palomo viejo y un cuervo, y sus comparsas: las hormigas y las termitas, el gato y el caracol, la araña y la mosca, el mosquito, el perro, etcétera. El cuervo y el palomo representan la eterna pareja del alegre y el melancólico, tal vez al modo de Milton en L'Allegro e Il Penseroso, y sus diálogos sirven para exponer esos dos tipos y sus respectivas actitudes ante la vida: la activa y la contemplativa, la gozosa y la apenada, la belicosa y la pacífica. Si hubiese que juzgarlos por sus pecados, el cuervo, un lujurioso vividor, saldría mejor parado que el palomo, saturnal y a ratos soberbio como un intenso filósofo moral, y hasta demasiado humano y llorón para tratarse de un animal. Pero tal vez una de las moralejas del libro sea el que "sin contrarios no hay progreso", como dijo William Blake, de manera que no conviene juzgar a estos animales por separado, sino por lo que representa su encuentro. A mi juicio, éste funciona como prólogo para el verdadero asunto de la obra, que viene a recordarnos que "la guerra es la madre de todas las cosas", como sostiene la hormiga reina. Dicho esto, parece innecesario subrayar lo clásico que resulta el texto, porque irrumpe en este presente nuestro de valores perfumados con la molesta realidad de que el conflicto es la base de la existencia en todos los órdenes; molesta sobre todo para el discurso neoidealista según el cual la paz es un bien absoluto que debe preservarse a cualquier precio. A la sutileza ética del relato, que pone en valor el ejercicio de la inteligencia, hay que añadir la justicia poética que el cuervo trae a la historia y que no desvelaré. Unida a los neologismos -aguavidas, perrabundo-, a la curiosa invención de un Brooklyn sin hombres y a una dicción vigorosa y cuidada, el resultado tenía que ser muy notable, como de hecho lo es.

Bestiario y fuga

Gabriel Sofer

El Olivo Azul. Córdoba, 2010

127 páginas. 17 euros

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