La noche del 'ministro' Imanol
El discurso del Rey, la despedida de Gabilondo y Raphael marcan la Navidad
Seguramente el Rey no sabía que después de sus palabras alentando a la población a superar la crisis con generosidad iba a seguir un Cuéntame (TVE 1) en el que Imanol Arias, disfrazado de patrón de los Alcántara, iba a soñar con ser su ministro, o más bien, ministro de Adolfo Suárez. Sucedió cuando las mesas españolas trataban de olvidar el momento más duro de una época que el Rey trataba de ablandar. Pedagogía, como la de Cuéntame. Don Juan Carlos explicó que las cosas serían mejores si la gente (¿el PP?) arrimara el hombro, que él lo arrimará hasta el fin. Y Alcántara vino luego a decir lo mismo, pero su vida de ficción transcurría en la inquietante realidad de la Transición, cuando estaba en juego hasta el empleo de Su Majestad.
Los de Callejeros buscaron menús para tiempos revueltos
Alcántara es tan intenso como el actor, pero este tiene más humor. Cuando se le quitan los vapores de Alcántara, a Imanol se le pone cara de pícaro, como a su compadre Juan Echanove, que en este capítulo hace, además, de conseguidor, como los Callejeros de Cuatro: estos buscaban menús para tiempos revueltos, y Echanove le buscaba Reyes Magos de ficción para que la hija de Alcántara, su sobrina, pudiera conciliar el sueño de verdad.
Fue, me parece, lo mejor de la noche, junto con esa otra apelación subliminal del Rey a los sueños del pasado: el triunfo de La Roja en el Mundial, ese portarretrato que se coló donde antes había solemnidad familiar o belenes de Oriente. La realidad se ha puesto más dura que las pesadillas, así que incluso el rey se fue por el lado de los sueños. Los sueños en la tele se parecen esos vapores que envolvían a Raphael en su concierto hecho de nostalgia y fortaleza, que son las señas de identidad de este artista de formidables registros. Noche de inevitables nostalgias. La despedida de Iñaki Gabilondo (y las de sus compañeros de CNN+) ha teñido este momento de homenaje a una manera de concebir el periodismo. El periodismo español tiene claros y oscuros; en el lado de los claros ha estado durante todos los años de la democracia Iñaki Gabilondo. Ya era quien ponía palabras de sosiego a aquella etapa crucial de la transición, y luego su voz cruzó por momentos de enorme zozobra (los GAL, los atentados, la crispación política, este momento de crisis global). Hizo precisas e imprescindibles las palabras, y su verbo medido es un símbolo del pensamiento respetuoso.
Ahora es el símbolo, con otros compañeros suyos igualmente valiosos, del final de una etapa importante de la televisión informativa, que durante más de una década ha representado CNN+. Cómo no tener presente estas despedidas la noche en que el Rey y Alcántara hablaban de dos vectores de una crisis que Gabilondo y sus compañeros nos han ayudado a entender con palabras cuando ni palabras había para explicar la historia.
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