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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El viaje de Todorov

Tzvetan Todorov, tras permanecer solamente una semana en Argentina, reflexiona y critica posicionamientos relativos a la sanguinaria represión de las dictaduras militares de los años setenta de ese país. Sus impresiones se recogen en el artículo Un viaje a Argentina, publicado en EL PAÍS el 7 de diciembre.

Aunque su reflexión es interesante y necesaria, cae en los mismos errores de los que pretende alertar respecto a una correcta valoración histórica de este periodo de la historia de Argentina. Como historiador, ha basado sus conclusiones en datos erróneos y distorsionados.

1. La realidad de Argentina en los años setenta y la terrible represión que allí se desató no fue diferente a la de Chile, Bolivia, Uruguay y demás países latinoamericanos. Existía, y ya se ha demostrado, una coordinación estratégica en la represión y sus modos.

2. Es cierto que hubo organizaciones terroristas de izquierda en aquellos años que cometieron actos reprobables y en contra de los derechos humanos, pero su trascendencia e impacto fue mucho menor en la sociedad de lo que este historiador sugiere para explicar como causa-efecto del tenebroso plan homicida del terrorismo de Estado.

3. Pero lo más falso, equivocado y erróneo es la afirmación de que "la mayoría de las víctimas de la represión eran combatientes que asumían esos riesgos". Una ínfima minoría eran esos combatientes a los que él hace referencia; sin embargo, la mayoría (y pasando por todo el espectro ideológico y de edades) solo defendía el progreso, la justicia y las libertades arrebatadas durante décadas en toda Hispanoamérica. Sinceramente, esa afirmación denota el desconocimiento de aquella etapa histórica de Argentina.

Para terminar, el "nunca más" no tiene ni ha tenido el significado que al parecer él entendió, sino que se refiere a un nunca más a la tortura, al asesinato, a dirimir fuera de la ley y del Estado de derecho cualquier diferencia ideológica, política o religiosa sea quien sea el que lo realice.

En fin, creo que su permanencia en Argentina y conocimiento de esta realidad tendría que haber sido más prolongada y profunda para poder así atreverse a señalar caminos de reflexión histórica.

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