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Pendiente de un asesinato sin cadáver

El acusado de un crimen en Altea sale de prisión con fianza por falta de pruebas

La vida de Richard cotiza en la bolsa de la desesperación y la impotencia. Richard, nombre ficticio de un ciudadano germano afincado en la localidad de Altea y que pide mantener el anonimato, está acusado del asesinato en mayo de 2009 de una persona cuyo cadáver, año y medio después, no ha sido localizado. La acusación, según su abogado, Francisco González, le ha costado ocho meses y medio de cárcel sin pruebas concluyentes. Según su versión, solo por lo que un juzgado de Benidorm consideró indicios racionales de criminalidad.

Richard no habla español, así que todo es más complicado. Cuenta que conocía al ciudadano jubilado de nacionalidad danesa Budde Fleming, la supuesta víctima que la policía da por muerta sin haber hallado un cadáver. Tal era su relación con él, según cuenta, que llegó a conducir su coche de prestado, entre otras cosas por la profesión del acusado. En la primavera de 2009 había quedado con Budde para cerrar el alquiler de su casa. Sin embargo, el día que debía concretar el trato, Budde no estaba en su domicilio ni apareció con posterioridad.

Un pelo utilizado como posible indicio resultó ser de perro
La supuesta víctima no ha sido localizada año y medio después

Poco después, el mismo Richard denunció su desaparición, aunque había dejado un rastro que sirvió para su acusación: había sido de las últimas, si no la última persona que había estado en su domicilio y le había visto con vida antes de desaparecer.

Fueron pasando los meses hasta que en octubre de 2009 Richard fue detenido tras requisarle la policía el coche, registrar su casa y la de otro ciudadano de nacionalidad española que responde a las iniciales C. B. V., que también está imputado. Se llevaron su ordenador para analizarlo y se decretó el secreto de las actuaciones, prorrogado hasta que el juzgado dispuso de todas las pruebas que había solicitado. Richard fue trasladado a una celda de la cárcel de Fontcalent hasta junio de 2010, cuando salió en libertad bajo fianza de 10.000 euros, una cantidad bastante baja atendiendo a la gravedad del delito que se le había imputado. Al ex alcalde de Polop Juan Cano, por ejemplo, se le impuso una fianza de 20.000 euros como supuesto autor intelectual del asesinato de su predecesor en el cargo, Alejando Ponsoda. En prisión, Richard convivió con Salvador Ros, el empresario del calzado acusado de colaborar con Cano en el mismo crimen.

La Guardia Civil de Altea había estado más de cuatro meses investigando y confió en el resultado de los análisis de la policía judicial. Un pelo utilizado como prueba acabó resultando de perro tras someterlo al examen del ADN. Una gota de sangre encontrada en el lavabo de Budde llevó a la conclusión de que su cuerpo había podido ser descuartizado y trasladado a otro lugar. Pero no aparece. En el entorno de Richard existe la sospecha de que la desaparición de Budde puede estar vinculada a la relación que mantenía con una mujer del este de Europa o que, incluso, podría haber huido a cualquier otro país por razones que se desconocen, pero no creen que esté muerto.

Richard considera que la titular del juzgado de Benidorm que llevó su caso y la fiscalía "han actuado con negligencia y han perjudicado gravemente" su salud. Y es que Richard se partió las dos piernas en un accidente laboral y está pendiente de un juicio en el que reclama una pensión de invalidez. A pesar de esta tara física, la Guardia Civil de Altea ha considerado que fue él quien diseccionó y transportó supuestamente el cadáver de Budde.

Sin embargo, la policía peinó el término de Altea y sus alrededores durante meses sin resultados. El suceso trascendió y hasta la policía danesa se interesó por el caso. Pero nada se sabe de Budde Fleming. Para empezar, si está vivo o muerto. No hay pruebas y todo se ha basado en "indicios racionales", según el sumario del caso. Uno de ellos fue que el mismo Richard no había comunicado en el consulado de su país sus movimientos y la policía tardó en dar con él. El juzgado fió la suerte de la investigación a las revelaciones de la policía judicial, que no han aportado nada nuevo sobre la autoría o el modo en que desapareció Budde.

Ahora, Richard dice que no entran clientes en su negocio porque todo el mundo sabe lo que ha sucedido, conoce su encarcelamiento y lo tratan como si fuera un asesino. "Me han arruinado la vida", dice antes de recordar que el asunto ha provocado la rotura de la relación sentimental que mantenía desde hace siete años con una mujer de la que tiene un hijo de cinco.

El resumen es que en un año, un ciudadano germano que residía en Altea se ha quedado sin pareja, sin trabajo y sin dinero y debe convivir con una acusación de asesinato sin que haya aparecido el cuerpo del supuesto delito ni otras pruebas concluyentes de su autoría. Y aún así, mantiene la serenidad cuando habla.

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