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Tentaciones
Entrevista:MÚSICA

Una flor en el vertedero

"La sinceridad no es problema para mí", dice John Grant desde Holanda. Tras apenas 20 minutos de charla telefónica, no hay duda de que este estadounidense de 41 años es educado, amable y, sobre todo, muy franco. Cuenta que no tiene un lugar al que llame hogar y que los próximos años los pasará en alguna ciudad donde pueda practicar idiomas. "No es tan distinto a la música, también es cuestión de oído". Es traductor de ruso y habla francés, alemán y español —"me dicen que tengo acento mexicano", explica con un ligero toque latino—. Su primer grupo, The Czars, se disolvió porque nunca se entendieron. Duraron juntos de 1996 a 2004 porque pensaban que podían funcionar comercialmente. "Pero ni todo el dinero del mundo hubiera podido arreglar ese desastre". Grant no se exculpa de la parte que su adicción al alcohol y la cocaína tuvieron en esa descomposición. "La coca, en vez de volverme expansivo, me hacía retraído. Supongo que lo que me aportaba era buen sexo y me permitía no ser yo mismo. Mi problema es que nunca he querido ser yo". Porque, dice, ser él mismo no era fácil dentro de una familia conservadora en una pequeña ciudad de Colorado. "Desde niño supe que era gay, pero hasta bien entrada la veintena no fui capaz de aceptarme".

Efectivamente, todo en 20 minutos. Si se escucha su primer disco, Queen of Denmark, no resulta tan sorprendente. Es extremadamente confesional. Narra la caída al pozo y lo difícil que es mantenerse a flote. "Al escribirlo, la pregunta era: ¿es esta la cruda realidad o estás dibujando el retrato de ti que quieres que otros vean? Intenté que solo quedaran las letras que pasaban el filtro de esta pregunta".

Quizá por eso es uno de los éxitos indie más inesperados del año y figura como reclamo en el Primavera Club (actúa hoy en Madrid y mañana en Barcelona). Grant estaba dispuesto a dejar la música cuando en su camino se cruzó la banda folk tejana Midlake. Esta, envuelta en el complejo proceso de grabación de lo que sería su tercer disco, propuso a Grant registrar sus canciones. Aceptó, y dirigió la música hacia el soft rock de los setenta. Algo entre Journey y Abba. "Es la música con la que crecí en los setenta, la de un periodo de mi vida anterior a todo lo malo". El resultado es, por lo menos, hermoso: "Ahora he aprendido a aceptarme. No es que me guste como soy, pero al menos sé llevarme con mis defectos".

<b>John Grant: la redención a través del folk hermoso.</b>
John Grant: la redención a través del folk hermoso.

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