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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nadal ciega a Djokovic

El español vence al serbio, con problemas de vista, y estará en semifinales si le gana un set a Berdych

Cuando el médico comienza a medir la vista del serbio Novak Djokovic ya han pasado muchas cosas. Ya ha muerto el primer set, vencido por Rafael Nadal (7-5) tras sudar tinta china (levantó tres bolas de break en el juego definitivo). Ya ha terminado el partido glorioso, pleno de intensidad, fiereza y ritmo, que se insinuaba hasta que el serbio empezó a quejarse de la vista (3-4). Y ya, con los dos tenistas desconcertados por esas defectuosas lentillas, el uno midiendo mal sus movimientos, el otro sin saber qué hacer y qué creer de las penas que se vivían al otro lado de la pista, había visitado Djokovic el vestuario excusado por el juez de silla ("Un parón para las lentillas", dijo). En la soledad consecuente se enfrió una noche nacida con humeantes tiros. Hubo peticiones de matrimonio (Cásate conmigo, y si no, dame un beso, se leía en los carteles). Hubo banderas como embestidas (Vamos toro). Y hubo, al final, una victoria de Nadal (7-5 y 6-2 en 1h51m) que aclara el horizonte sin permitirle aún una sonrisa: todavía no hay ningún tenista clasificado ni eliminado en Londres.

El número tres lo vivió como un muñeco de trapo, descoordinado fiado a su talento

"Lo siento mucho por Nole, no sé qué le ha pasado en los ojos", dijo el mallorquín, que estará en semifinales si le gana un set mañana al checo Berdych, vencedor por 7-5 y 6-3 del estadounidense Roddick . "Ha sido mi mejor partido en Londres. Los primeros diez juegos fueron de un gran nivel, me siento feliz de haber estado ahí con Nole. Luego le pasó algo en los ojos y..."

Y el español jugó ayer dos partidos. El primero duró 1h15m. Djokovic se marchó a buscar la moneda del sorteo, que rebotaba por el suelo, entre las risas del público. El serbio, sin embargo, no se tomó el encuentro a chanza. En los aciertos y los fallos, vivió el arranque embebido en su papel de tenista apasionado. Su banquillo se levantó con el puño en alto a cada signo positivo, sin distinción entre un pírrico servicio defendido en blanco o una derecha llameante sobre la línea. Los compatriotas que le seguían desde la grada rugieron desde el primer punto ("Idemo Nole!"). Y el serbio se gritó en uno de sus poquísimos fallos del principio. Olía sangre, quería sangre.

Esos diez primeros juegos exigieron todo de Nadal y de su público. "¡Vamos Rafa, este tío es tuyo!", le gritaban los españoles. "¡Te lo vas a comer!", le animaba la gente envuelta en la luz azul del recinto. La puesta en escena de Djokovic fue de libro: decidida en el juego, agresiva en la apuesta, con el punto de aceleración necesaria para que del otro lado no pudiera haber respuesta. La respuesta táctica del español estuvo a la altura. Frente al pulso de pelotas desde el fondo que proponía Djokovic, Nadal le ofreció otro partido. Aquí la pelota, aquí la media pista. Aquí las bolas y los restos cortados al cuadro de saque, aquí el ritmo discontinuo. Aquí las piernas del jugador que más pelotas recupera del planeta, y aquí la necesidad de enfrentarse al abismo de la pista abierta por completo con tiento y no con potencia. Nadal quiso saber si Djokovic es un tenista de toque, si tiene mano, que dicen los tenistas. Cuando 'Nole' empezó a responder negativamente a la pregunta, llegó el anticlímax de las lentillas.

Ese fue el segundo partido. El número tres lo vivió como un muñeco de trapo, exageradamente descoordinado, perdidas las distancias de la pista, fiado ya solo a la brújula de su talento. Nadal, con un punto de desconcierto al cierre de la primera manga. Djokovic, todo un talento, ha ganado muchos partidos tras sufrir problemas respiratorios, lamentos y dolencias físicas. Quizás temió entonces la última carga del tenista poderoso que había arrancado el partido. No la hubo, en parte por la vista, en parte porque el mallorquín ya nunca le permitió que pesara en el partido. Al final, Nadal cegó a Djokovic.

Nadal, al resto, durante su partido de anoche ante Djokovic.
Nadal, al resto, durante su partido de anoche ante Djokovic.AP

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