Siete ogros y una pelota muerta
Nadal se enfrenta a su único reto pendiente en una pista cubierta que no se adapta a su juego
Están los pasillos sin luz, las casas a oscuras, cuando no hay compañía. Están los bebés recién nacidos a los que hay que mecer con cuidado. ¿Es también la pista cubierta del O2 Arena, donde se celebra desde hoy la Copa de Maestros, un elemento más en la lista de situaciones que inquietan a Rafael Nadal, el número uno? ¿Pesa igual en su ánimo que el año pasado, en este lugar, no ganara ni un solo set en tres partidos? ¿Es una losa llevar más de un mes sin competir, haber renunciado al torneo de París-Bercy por una tendinitis en un hombro o ser el hombre a batir en el único gran torneo que falta en su palmarés? "No", contesta a todo el mallorquín, campeón de Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos en 2010. "No soy un hombre de revanchas. Juego sin pensar en el año anterior".
Nadal se mueve por Londres bajo un gorro de lana coronado por una mullida borla blanca. El mallorquín se enfrenta a un esprint de siete días para alcanzar dos metas que aún no ha conquistado: la Copa de Maestros, que reúne a los ocho mejores jugadores de la clasificación, y domar la única pista que aún se le resiste. En superficie rápida y bajo techo, Nadal solo ha ganado un torneo (Madrid 2005). En superficie rápida y bajo techo, Nadal solo ha llegado a dos finales (Rotterdam 2009 y París 2007). Y en superficies bajo techo, Nadal, el más joven en conquistar los cuatro grandes (24 años), jugador que lo devora todo sobre tierra, hierba y cemento, tiene una modesta marca de victorias y derrotas: 43-26 (63,3% ganados) frente al increíble 425-74 (85,2%) que suma al aire libre.
¿Qué dificultades le plantea la pista de Londres? "El problema son los botes, sentir que la pelota está muerta, que no tiene vida, que no coge efectos ni un bote alto", explica. "Cuesta levantarla. Aquí, si no le estoy pegando perfecto, es difícil que gane, porque es difícil que incomode a los contrarios: no hay el recurso de un bote alto para sacarles de posición. La pelota se queda donde les gusta a ellos, que golpean plano", añade. "Además, este torneo no te da tiempo de entrar en juego: desde el primer día, te toca uno de los mejores. Para mí es más difícil ganar cuatro partidos contra los otros siete mejores bajo techo que ganar un grande en cualquier otra superficie".
El número uno, en el Grupo A, arranca mañana contra el estadounidense Roddick, al que seguirán el checo Berdych y el serbio Djokovic. El torneo sube el telón hoy con un doble enfrentamiento: el británico Murray contra el sueco Soderling (Teledeporte, 15.00) y el suizo Federer contra Ferrer (Teledeporte, 21.00). Antes estuvo el entrenamiento de ayer. Las luces azul zafiro del O2. Los carpinteros serrando. Los martillazos. Fernando Verdasco, que está como suplente, gritando asombrado ("¡Qué gadgetobrazo!", decía tras una recuperación del mallorquín). Y una práctica marcada por las correcciones en el saque. Solo un visitante inesperado rompió la seria estampa: Robert Federer, padre del número dos, trepó por una valla y se repantingó en un asiento para ver entrenarse a Nadal. Nadie quiere perderse nada de lo que haga el número uno.
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