"Mis monjas me enseñaron a ser valiente"
Pregunta. Se va después de treinta años. ¿Podrá despegarse la toga del cuerpo?
Respuesta. Pues me voy. Me queda como el 20% de vida profesional, y lo necesito para rentabilizar todo lo que he ido adquiriendo en 30 años. Me siento con la mochila tan cargada de experiencias, que necesito elaborarlas, reposarlas y crear alternativas.
P. Y ahí es cuando se convierte en bloguera.
R. Sí, también. Y más cosas. Tengo la sensación de que tengo mucho que contar. Muchas reflexiones útiles para conseguir que la justicia mejore.
R. ¿Su blog será un consultorio sentimental, un confesionario?
R. Quiero que sea una estructura de reflexión sobre la necesidad de reinventar la justicia.
P. ¿Cuál es la mayor barbaridad que ha visto en su profesión?
R. Barbaridades he podido ver algunas importantes. Pero lo que más me ha inquietado es la falta de humanidad y la burocracia.
P. Hablando de insensateces, dijo que la mayor que había hecho era llegar tarde al trabajo. ¿Es así de tiesa?
R. No soy tan dura. Y me he equivocado muchas veces en muchas cosas. Por ejemplo, en hacer las cuentas. Porque lo odio. Cuando en las sentencias hay que hacerlas, he hecho lo posible por repasarlas, y un 90% de las veces estaban mal.
P. Cuando dio la batalla contra las astillas se quedó sin funcionarios en el juzgado. ¿Tan amplio era el pringue?
R. Sí. Pero aquello pasó, vino nueva gente, y ahora hemos conseguido que la justicia sea limpia.
P. ¿Ya no necesitan astillas porque ahora todos tienen calefacción?
R. Ahora todos tienen calefacción. Las astillas no gustan ya. Cuando se lucha bien contra la corrupción, esta se hace odiosa.
P. De niña pagó una bula para comerse los viernes un bocata de chorizo. ¿No era como una astilla a la Iglesia?
R. Supongo que sí. Lo que pasa es que no era algo oscuro, era muy oficial, del Vaticano.
P. Aboga porque no casen los jueces, sino un cuerpo de casamenteros. ¿En cuál de sus compañeros piensa como Celestina?
R. Pues esa función no lo sé. Pero lo de casamentero sí sería útil, porque ahora la gente no se puede casar por las tardes, ni los fines de semana. A lo mejor era una oportunidad para que hubiera un cuerpo de magistrados jubilados casando a la gente.
P. No se estará haciendo un huequecito al sol.
R. Pues mire, no me importaría. De Celestina ando mal, pero de casamentera, bien.
P. ¿Los jueces no son un poco llorones?
R. Sí, yo creo que sí. Lo que no sé es si el llanto tiene base. Pero llorones sí somos [risas].
P. ¿Las puñetas dan glamour?
R. No demasiado. Ahora lleva puñetas mucha gente.
P. ¿Tienen ustedes un (o una) Belén Esteban de la puñeta?
R. No, yo creo que no. La verdad es que menos mal [ríe]. No nos faltaba más que eso.
P. ¿Qué es más peligroso: ir a misa con Dívar o tomarse una copa con Garzón?
R. Peligrosa no es ninguna de las dos cosas. Yo siempre preferiría tomarme una copa con Garzón. Peligro no veo. Veo aburrimiento en lo de la misa.
P. ¿En lo de la misa o en la compañía?
R. En las dos cosas.
P. Qué dirían sus monjas francesas cuando se afilió al PCE, cofundó Jueces para la Democracia y demás barbaridades.
R. Pues creo que mis monjas me enseñaron a ser valiente. Y en esa medida yo les diría ¡châpeau! Me he encontrado con otras amigas, y no sabía que las chicas de las Damas Negras habíamos sido tan valientes.
P. Cuando se salvó por los pelos de la matanza de Atocha, ¿no le dieron ganas de creer en Dios?
R. Cuando racionalmente te desencantas, no hay marcha atrás.
P. Dice que nunca se creyó al PCE como dogma. ¿Tiene alguno?
R. No. No tengo dogmas. Tengo pasiones. Mi pasión es el ser humano. Me encantan las miradas de la gente, las biografías. Me encanta hablar.
P. ¿Está desencantada de la política?
R. Desencantada, no. Me parece que la política necesita un reenfoque todavía mayor que el de la justicia.
P. Ha inventado un juego de mesa sobre la justicia. ¿Tira el dado y le salen los años de cárcel que pone?
R. No [ríe]. Son varias personas que tienen pleitos y les pasan cosas divertidas: levantas una carta y el juez ese día no viene, y te quedas dos bazas sin jugar. A ver si por fin consigo lanzarlo. Es muy divulgativo.
P. ¿Policías o ladrones?
R. Un poquito de todo. Todas las personas, independientemente de su profesión, tienen aspectos muy interesantes. Conocí a unas comisarias fantásticas, que habían descubierto un caso de corrupción de sus propios compañeros y también recuerdo a algunos ladrones estupendos.
Perfil
Con 66 años y dos hijos, se va una luchadora que, desde los tiempos predemocráticos, ha intentado poner en práctica una justicia más cercana y menos burocrática. El mundo penitenciario y la lucha contra la corrupción son dos de las banderas que destacan en su currículo. Va a dedicarse a divulgar el sistema judicial y su funcionamiento, y a seguir montando en bici y haciendo sorpresas para roscones y muñecas de trapo con su nieta.
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