El rey presta el número uno

El nuevo número uno del mundo del golf no ha ganado nunca un torneo del Grand Slam y, encima, está lesionado. Se llama Lee Westwood, es inglés, tiene 37 años y ayer vio expectante desde su casa el final del Masters de Valderrama. Ganó el norirlandés Graeme McDowell, el héroe europeo de la Copa Ryder, y el alemán Martin Kaymer fue 21º, a 10 golpes de la cabeza. Ese puesto permite a Westwood ser el sucesor a partir de hoy del estadounidense Tiger Woods sin siquiera jugar, ya que se recupera de una lesión de tobillo. Aunque sea por poco tiempo, ya que El Tigre, más afilado últimamente en su juego, más fuerte en sus golpes, como ya se vio en el enfrentamiento de Estados Unidos con Europa, espera recuperar la corona el próximo domingo en el torneo de Shanghái.

281 semanas seguidas y 623 en total de dominio del estadounidense

El inglés no ha ganado hasta ahora ningún torneo del Grand Slam

¿Cuál es, entonces, el mérito de Westwood? Que en los cinco últimos grandes suma dos segundos puestos (este curso, en el Masters de Augusta y el Open Británico) y dos terceros (Británico y PGA norteamericana de 2009), que hace un año fue nombrado el mejor jugador europeo y que su golf y sus resultados han pegado un subidón en los dos últimos años, el periodo que contabiliza la clasificación mundial.

Que el nuevo número uno no tenga ningún oro en un grande, aunque lo haya rozado varias veces, desmitifica el trono: casi cualquier golfista se quedará antes con un grande en su palmarés que con un fugaz paso por el primer puesto del podio. Y pone en perspectiva la colosal obra de Woods. El californiano era el número uno mundial de manera ininterrumpida desde junio de 2005, es decir, las últimas 281 semanas seguidas -en total, 623 desde 1997; solo Ernie Els, David Duval y Vijay Singh han quebrado desde entonces su dictadura-. Ni los ocho meses de baja por lesión ni el medio año retirado por sus problemas matrimoniales le apartaron entonces de ser el mejor. Nadie se acerca ni de lejos a él en condecoraciones. Greg Norman, el siguiente con más presencias en lo alto en una clasificación que se implantó en 1986, fue número uno 331 semanas. El gran Severiano Ballesteros, único español con tal mérito, 61. Una comparativa con el tenis, más exigente porque se rige por los resultados del año natural: Pete Sampras fue el mejor durante 286 semanas, una más de las que alcanzó Roger Federer.

Era cuestión de tiempo que Tiger perdiera el número uno del mundo con tanto trasiego fuera del green. Lo rozó Phil Mickelson, antes un fijo como número dos, que tuvo varias ocasiones, pero no remató a boca de gol. Kaymer, de 24 años, ha presentado la candidatura para el futuro con cuatro triunfos esta temporada, el golfista más galardonado del año.

La corona, en cualquier caso, vuelve a Europa. Westwood es el quinto golfista del viejo continente en ser número uno, tras Bernhard Langer, Ballesteros, Ian Woosnam y Nick Faldo, el último en lo más alto, aunque hace una eternidad: enero de 1994.

Woods, pese a todo, será seguramente el rey de nuevo en una semana. El Tigre da la impresión de haber pasado la peor parte de su calvario y comenzar a ver la luz al final del túnel con su juego. El torneo de Shanghái es una de sus últimas oportunidades de no acabar 2010 con un rosco en su palmarés, algo casi inaudito. Woods ha participado en 12 torneos este año y no ha ganado ninguno. Sus dos mejores notas han sido dos cuartos puestos, en el Masters y en el Open de Estados Unidos. El año pasado, por ejemplo, se llevó seis títulos. El rey ha prestado su medalla, pero por poco tiempo