La caza vuelve con menor afición y quejas ecologistas
Los 771 cotos regulados de la región recuperan la actividad cinegética
Días después de su apertura, la temporada de caza se presenta seductora para las 30.391 personas que la practican en la Comunidad de Madrid. Son varones en su abrumadora mayoría, amigos de madrugar y siempre tentados ante la posibilidad de abatir un animal con armas de fuego. Solo 8.000 de ellos se hallan integrados en la Federación de Caza de Madrid que preside Nicanor Ascanio.
Quizás el elevado porcentaje de cazadores no federados explique el origen de la controversia que se cierne sobre la actividad cinegética en la región: la organización de defensa medioambiental Ecologistas en Acción denuncia la actividad de caza indiscriminada en márgenes de caminos, riberas de ríos y humedales donde los no cazadores pasean.
Los defensores del medio ambiente denuncian casos de caza indebida
El Gobierno regional asegura que solo hubo 84 denuncias en 2009
Los armeros tenían sus talleres en el entorno de San Bernardo
Está documentado que Fernando VI cazó 24.607 piezas en una década
Así lo expresa María Ángeles Nieto, portavoz ecologista, que subraya diversas transgresiones de la ley señaladamente "en el Parque Regional del Sureste y en cotos no vallados, donde el paseante no es alertado de la presencia de cazadores, con el consabido riesgo para su seguridad". Ecologistas en Acción denuncia asimismo que no exista una legislación actualizada sobre caza, mientras el sector se sigue rigiendo por una normativa que data de los años setenta.
Por su parte, Felipe Ruza, subdirector general de Conservación del Medio Natural y Calidad del Aire de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno regional, resalta que en el último año censado, 2009, "tan solo se produjeron 84 incidentes relativos a caza indebida en la región madrileña". Ruza considera esta una cifra muy baja ante el número de escopetas desplegado en un territorio que cuenta con 585.197 hectáreas de cotos de caza, casi las tres cuartas partes de la extensión total de la Comunidad de Madrid. "En Cataluña, Castilla-La Mancha y Andalucía, la superficie acotada fluctúa entre el 80% y el 90%", precisa.
Los cotos madrileños de caza menor son 643 y ocupan 360.742 hectáreas. En ellos se cazaron el pasado año 129.000 palomas y 406.000 conejos. Los cotos dedicados a la caza mayor son 128 en la Comunidad de Madrid y en la temporada pasada se cobraron 5.738 zorros, 2.645 jabalíes y 823 ciervos, entre otras especies, donde destaca el muflón, recién introducido en los cotos. Hasta 391 ejemplares de este curioso animal se cazaron entonces.
María Ángeles Nieto destaca que el Plan de Uso y Gestión del Parque del Sureste "va en contra de la propia legislación, que es de rango superior, en cuanto se refiere a zonas de máxima protección en zonas ribereñas del Jarama y en los cantiles y lagunas de Velilla". Su organización ha recurrido el plan ante los tribunales. La portavoz ecologista remarca que desde la veda anterior el número de cazadores en Madrid se ha reducido en 5.474. Y sentencia: "La caza encuentra cada vez menos eco entre los jóvenes y no surgen nuevas generaciones".
No obstante, hay galgueros, silvestreros y cetreros federados que practican la caza sin armas de fuego, explican en la Federación Madrileña. Según el Gobierno regional, "los cazadores madrileños son cada vez más disciplinados y observantes de la legislación". Sin embargo, reitera sus advertencias sobre "la necesidad de extremar las medidas de seguridad y respetar los derechos de los no cazadores".
En la historia de Madrid la caza ha jugado un importante papel: hasta finales del siglo XVI se cazaron osos en el enorme cazadero de El Pardo. Fue precisamente su riqueza cinegética lo que determinó su elección como sede capitalina de la Corona durante el reinado de Felipe II, al decir de numerosos historiadores. La afición a la caza de los monarcas y la necesidad de disponer de escopetas seguras desarrolló en Madrid un gremio de armeros de nombradía internacional. Sus armas fueron las más valoradas de Europa durante tres siglos.
Los armeros madrileños tenían sus talleres en torno a la llamada calle Ancha de San Bernardo. Trabajaban casi en exclusiva para la Casa Real y sus miembros constituyeron el primer gremio que dispuso de algo semejante a la Seguridad Social de la época, con ayudas a la vivienda, protección familiar e indemnizaciones por fallecimiento, entre otras prebendas regias, según ha escrito Álvaro Soler, especialista en armas de Patrimonio Nacional.
El secreto de su éxito residió en el empleo de las herraduras de las caballerías en la fundición de los cañones de las escopetas por ellos fabricadas. Sus llaves y firmas de armero fueron detalladamente inmortalizadas por Goya en casi todos los retratos en los que sus retratados figuraban con armas. Goya fue un cazador notable. Se cuenta de él que tras retratar a lord Wellington, ante el disgusto del duque, el pintor aragonés coprotagonizó con él un incidente que pudo acabar a tiros por hallarse ambos armados durante su riña. Goya poseía numerosas escopetas en su estudio. Para hacerse una idea de la riqueza cinegética de Madrid -y de su perpetuo cercenamiento- los archivos del Palacio Real recuerdan que el pacífico rey Fernando VI, en una década comprendida entre 1745 y 1755, cazó él solo 24.607 piezas debidamente consignadas por los escribanos reales. Por su parte, los madrileños de a pie disfrutaban de un cazadero histórico en el monte de El Pardo, del que gozaron hasta culminar la guerra de las comunidades de Castilla. La población madrileña se asoció a la causa comunera, entre otras razones, por esto. El cazadero pasó a manos reales desde entonces.
Hoy, con sus 11.800 hectáreas, el monte de El Pardo constituye uno de los más ricos cotos de la región, donde la caza la administra Patrimonio Nacional. La Comunidad de Madrid cuenta con reservas de caza, la más importante, Sonsaz, que incluye cuatro pequeños municipios de la sierra norte: El Atazar, Montejo de la Sierra, La Hiruela y Puebla de la Sierra. Los municipios reciben por esta cesión ayudas especiales.
El régimen por el que se rigen los cotos de caza y la práctica cinegética es muy complejo. Los titulares, en su mayoría privados, tributan altos impuestos. No obstante, hay cotos de titularidad pública que se gestionan como si fueran privados. Jueves, sábados y domingos son los días aptos para la caza menor. Sin embargo, los ecologistas piden que el domingo, donde cazadores y no cazadores coinciden, sea sustituido por otro día de la semana.
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