La celebración de San Froilán llena calles y hoteles de Lugo

Lo dijo el alcalde de Lugo, el socialista Xosé López Orozco, con San Froilán "no puede ni la lluvia". Este año la climatología quiso complicar la existencia de una feria transformada en fiesta, pero ni con esas. Es cierto que la lluvia otorgó una mínima tregua, la suficiente para que las calles del casco histórico aparecieran repletas de visitantes. Los hoteles, desde hace meses, no disponen de plazas libres.

Desde el día 4, cuando arrancaron oficialmente las fiestas, las aceras aparecen repletas de bolsos, prendas y relojes de aparentes primeras marcas o películas. Son los clásicos manteros que a San Froilán llegan por decenas y que este año tuvieron que modificar algunos hábitos como consecuencia de un bando municipal que les impide vender en las zonas de más afluencia de público.

Tampoco tuvieron mayor incidencia los cambios en los conciertos. Los británicos de Placebo no pudieron acudir a la cita por la enfermedad de su cantante, pero Rosendo, aún en una noche poco agradable, demostró que mantiene los suficientes adeptos como para llenar la plaza de la Horta do Seminario. Es el lugar por el que pasaron las principales atracciones, excepto Sabina, que hoy subirá al escenario en recinto cerrado y previo pago. Aún así llenará, ya que las 6.000 entradas que se pusieron a la venta volaron enseguida.

Del negocio de la feria dan cuenta los empresarios de atracciones, los únicos que se quejan: "En Lugo la lluvia no es un problema, ya que la gente está acostumbrada al paraguas y viene igual, pero ha sido la ciudad donde más hemos notado la crisis".

La feria medieval de mañana comenzará a marcar el principio del final de una fiesta declarada de interés turístico nacional, o, "la más cañera de Galicia", como la define un joven que cada año repite.