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Reportaje:

A la Blume con 54 años

El paralímpico Chano Rodríguez, en silla de ruedas por una huelga de hambre cuando era de los GRAPO, preparará sus cuartos Juegos en el centro madrileño

Sobre una silla de ruedas suele sentarse una dura historia, pero casi siempre también un ejemplo de superación. La peripecia vital de Chano Rodríguez no es amable, pero revela el valor integrador del deporte y cómo, en su caso, la natación ha servido de terapia para minimizar el impacto físico de una discapacidad y abrir una nueva vida.

Es tiempo de mudanza para Rodríguez, que deja Vigo y el jueves llega a su nueva casa, la Residencia Blume, en Madrid, becado por primera vez para entrenarse allí. Acostumbrado a superar barreras, acaba de franquear la última. Los rectores del centro de tecnificación deportiva, en el que ya viven nueve paralímpicos, no tenían claro si debían acoger a una persona de 54 años. No encontraron norma que lo impidiese porque, además, Rodríguez se abre esas puertas con un palmarés de 13 medallas olímpicas y más de 30 podios entre Juegos y Mundiales. "En Pekín sufrí una quemadura accidental al caerme un café hirviendo sobre un brazo y, entre la herida, la tensión por curarla y los antibióticos, me quedé a siete centésimas del oro. Me dieron más ganas de llegar a Londres 2012, mis cuartos Juegos. Allí nadaré los 50, 100 y 200 metros libre y trataré de ganar aunque no tenga rivales de mi edad", explica.

"Lo fácil habría sido salir de la cárcel y vivir de las instituciones"

Rodríguez no es hombre que busque excusas. En 1990 sufrió una paraplejia a causa de una huelga de hambre que se prolongó durante 432 días, en los que alternó periodos de alimentación forzosa en hospitales. Llevaba seis años en prisión, condenado por su pertenencia a los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) y reivindicaba el final de la dispersión de los presos de la organización. "Cuando me meto o apuesto por algo, no me quedo en medias tintas. En otro tiempo me trajo problemas. Ahora las consecuencias son más fructíferas", apunta antes de concluir: "No me gusta hablar de perdones ni arrepentimientos. Ya me gustaría retomar mi vida y no haber tomado aquel camino, pero sucedió así. Mi vida tiene muchas aristas y una me dejó marcado. Cometí errores, pero gracias al deporte he conseguido dar un giro a mi vida".

Esa nueva ruta se inició en noviembre de 1994 con la libertad condicional, estatus con el que sigue y por el que tiene que pedir permiso cada vez que abandona España para competir: "Podía haberme dejado llevar. Lo fácil habría sido salir de la cárcel y vivir de las instituciones en una residencia, pero quise ser emprendedor". Ahí retomó la natación, pasión juvenil en la que había destacado en competiciones locales cuando estaba en plenitud y que los médicos le indicaron como ideal para mantener el tono muscular. Hizo de la terapia una pasión, la compaginó con su trabajo de vendedor del cupón de la ONCE y en seis años se convirtió en paralímpico, en referencia para colectivos que le invitan a dar charlas y explicar cómo es posible trazarse ambiciosos objetivos desde la discapacidad. Y cumplirlos. "No quiero ser un ejemplo de nada, pero sí que me gusta mostrar cómo el deporte puede ayudar a mucha gente".

Su entrenador, Luis Piña, acostumbrado a trabajar con prodigios del triatlón, no deja de asombrarse: "Aúna capacidad física y mental". "Habría podido ser un deportista de élite casi en cualquier disciplina", abunda Suso Santomé, su fisioterapeuta, que describe cómo Chano nada con las piernas atadas, las emplea como anclas y somete sus lumbares a un esfuerzo titánico.

Pero Rodríguez no sufre en el agua e incluso acaricia la posibilidad de ser paralímpico en Río de Janeiro con 60 años. "El agua es mi vida, el hilo conductor de mi existencia", confía. En Cádiz se crió frente a la playa, creció en Vigo y, aún adolescente, se embarcó rumbo a Namibia y Sudáfrica a trabajar en la pesca de la merluza. Su padre era inspector en una naviera. Conoció el apartheid y la ley seca, que casi le lleva a la cárcel por ofrecer unas cervezas a los negros que descargaban el pescado en un puerto namibio. Hizo dinero y, de vuelta a Vigo, tomó decisiones equivocadas. Ahora guarda en su casa la Real Orden del Mérito Deportivo. Cuando don Juan Carlos se la iba a entregar, surgió por detrás doña Sofía para advertir al Rey: "Este es un fenómeno".

Chano Rodríguez, en la piscina de Vigo en la que se entrenaba hasta ahora.
Chano Rodríguez, en la piscina de Vigo en la que se entrenaba hasta ahora.LALO R. VILLAR

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