Un Mario anónimo en la jungla de Manhattan
Vargas Llosa busca la vuelta a la calma tras la vorágine del Nobel de Literatura
Apenas doblar la esquina del Instituto Cervantes, concluidas las entrevistas, felicitaciones y fotografías, Mario Vargas Llosa era ya uno más en esta jungla sin dueño. Cuando se sentó a comer unos huevos benedict en P. J. Clarke's nadie se fijó en él, excepto una pareja de turistas españoles que le pidió un autógrafo sin saber siquiera que lo estaba firmando el flamante premio Nobel de Literatura. No es fácil volver a la normalidad después de un acontecimiento así. Probablemente, aunque él lo intente, las cosas no volverán a ser ya nunca igual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.