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Columna
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El batacazo final

Pasada ya la euforia del éxito en los Mundiales del Fútbol Mundial, aquí parece como si no hubiera pasado nada de interés después del jolgorio de ese tedioso acontecimiento, ni siquiera una huelga general más o menos pacífica en la que, en realidad, nadie quería tomar el poder, porque se ha convertido en una patata caliente de la que conviene alejarse. Mariano Rajoy baladronea con la boca pequeña cuanto puede, persuadido de que no ha venido a luchar contra los elementos y de que Rodríguez Zapatero caerá como fruta madura por su propio peso, lo que tiene mucho mérito, ya que el jefe en plaza de los populares no parece tener muchas ganas de moverse y que el líder socialista no padece de obesidad. ¿Cuál sería entonces su padecimiento? Comportarse políticamente en contra de sus principios, lo que basta para recurrir al valium en las largas noches de insomnio. ¿Y qué le produciría insomnio? Quién sabe. Quizás la elegante Fernández de la Vega, a lo mejor Carme Chacón y su estupendo marido, o acaso algo tan simple como que en los índices de popularidad hasta Belén Esteban se le suba a la chepa. Toda esta gente es muy rara, así que lo mismo claman venganza que victoria, como malos intérpretes de personajes periféricos de tragedia shakespeareana. ¿Y no será tan fácil como que no están en su lugar, que nadie se sabe realmente su papel, que ninguno se ha alzado por derecho propio con las difíciles tareas del protagonista?

Tal como están las cosas (y que el lector, si quiere pasar un rato amargo, que repase cómo están) aquí no va a quedar un socialista en pie una vez pasadas las elecciones que se esperan más o menos escalonadamente para los próximos meses. Nada diremos de Valencia, donde solo otra Rita Barberá podría tal vez con Rita Barberá. No sé si alguien cree en serio que Tomás Gómez puede derrotar a Esperanza Aguirre, pero sospecho que también allí haría falta otra Rita Barberá, que no es precisamente Trinidad Jiménez, pese a su esperanzada sonrisa y el rictus tabernario de nuestra Rita. Incluso en Andalucía parece que está todo perdido para los socialistas, por no hablar de Valencia-Comunidad, así que ya me dirán ustedes de qué estamos hablando, teniendo en cuenta que nos encontramos ante la oposición presidencial en el Congreso más desidiosa en lo que va de democracia. Es como si dijeran que los socialistas se estrellen solos, que ya nos encargaremos nosotros de recoger... ¿de recoger qué? ¿Los escombros?

Resolver este ringorrango rítmico del tango, como diría Valle-Inclán, no va a ser cosa fácil ni para unos ni para otros. Y aunque uno esté tentado de hacer las maletas ante la perspectiva de llegar a ver a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, los socialistas deberían admitir sin trauma que en algo, y aún en algos, han fallado para contribuir a un desenlace tan poco estimulante. La historia se repite, sí señor. Ahora como una farsa temible.

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