James Bacon, reportero estrella de Hollywood
Se codeó con Marilyn Monroe, Bogart, Bacall o Sinatra
James Bacon, fallecido el 18 de septiembre a los 96 años, tiene su propia estrella en el Paseo de la Fama. No era actor, cantante o productor. Era periodista, pero de los de antes. Es decir, no era de la generación paparazzi, ni corría delante de los coches de las actrices, ni se apostaba a las puertas de los restaurantes a tratar de adivinar el último cotilleo de Los Ángeles. Bacon, de hecho, se sentaba en la mesa con Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Frank Sinatra, Spencer Tracy y Katharine Hepburn. Charlaba y tomaba copas con ellos. Tenía sus fuentes. Eran otros tiempos y Hollywood era más un mito fascinante de cartón piedra que una inmensa autopista de sueños rotos.
Si hubo un hecho que definió a Bacon y a su carrera fue que su empresa, Associated Press, le trasladara de Chicago a Los Ángeles en 1948. Era la época dorada de los grandes estudios. En aquel año se estrenaron Los tres mosqueteros, con Lana Turner; Juana de Arco, con Ingrid Bergman, y El tesoro de Sierra Madre y Cayo Largo, con Bogart. Era un periodo en que brillaban en las portadas de las revistas los rostros inmaculados de Marlene Dietrich, Barbara Stanwyck, Cary Grant y Rita Hayworth. Bacon estuvo allí para contar sus vidas.
Un año antes de que él llegara a Los Ángeles, en 1947, debutó en el cine una joven rubia oriunda de Los Ángeles, Norma Jean Baker. Necesitaba algo de publicidad y algún amigo en la prensa. Así se granjeó la confianza de Bacon, que narró desde las páginas de los diarios su ascenso al firmamento de focos y neones de los grandes estudios, con el seudónimo de Marilyn Monroe, y su triste descenso a la angustia personal, la infelicidad y la muerte. Su sentida despedida, publicada en 1962, resonó en cientos de diarios norteamericanos.
"Conocí a Marilyn Monroe tan bien como habría podido cualquier periodista. Era fácil conocerla y quererla. Pero nunca conocí a Norma Jean Baker. Ni nadie. Y mucho menos la propia Marilyn Monroe. Y es triste, porque fue en la piel de Norma Jean Baker, una niña solitaria, asustada y abatida, donde Marilyn Monroe nació y murió", escribió para Associated Press. "Cuando me enteré el domingo pasado de que Marilyn había muerto, me sentí triste, pero no sorprendido. Esas cosas les suelen suceder a las Normas Jean Baker, las almas perdidas de este mundo. A lo largo de los años vi mucho a Marilyn y muy poco a Norma Jean. Marilyn Monroe era el espécimen más sano que haya existido, pero era Norma Jean quien enfermó".
El propio Bacon burló a la muerte, como el protagonista de un guión de Alfred Hitchcock. En 1958, el productor Mike Todd le invitó a volar con un grupo de amigos a las montañas de Nuevo México. Iba a acudir, pero se lo pensó mejor a última hora, debido a una tormenta que provocó fuertes vientos. El avión, cuyo nombre era Luzky Liz, se estrelló y fue, precisamente, Bacon quien tuvo que avisar a la esposa de Todd de la muerte del productor. Esa esposa se llamaba Liz Taylor y se salvó del accidente por haberse infectado con un virus.
Nacido en Nueva York en 1914, Bacon trabajó para Associated Press hasta 1966. Posteriormente fue columnista para The Hollywood Reporter y para Los Angeles Hearld-Examiner. Allí se jubiló, en 1986. Publicó tres libros, dos sobre la meca del cine (Hollywood es una ciudad de cuatro letras y Made in Hollywood) y un tercero (Qué dulce es) sobre la vida del actor y comediante Jackie Gleason. Entre 1954 y 1986, además, hizo decenas de cameos en toda suerte de filmes, como El planeta de los simios. Normalmente interpretaba a un reportero. Era, según solía decir, lo que sabía hacer.
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