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LIVERPOOL | Laboratorio de ideas
Columna
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Sufrir el castigo

Los propietarios y prestamistas del Liverpool tienen que sufrir las consecuencias de haber endeudado al club de fútbol hasta las orejas. Las probabilidades de que a Royal Bank of Scotland (RBS) y Wells Fargo les devuelvan los 237 millones de libras de los préstamos que vencen el mes que viene son mínimas. Hasta los ingenieros financieros de Blackstone desecharon un plan de refinanciación de rescate. Lamentablemente para el Liverpool, las impredecibles entradas de efectivo significan que el club solo puede mantener una estructura de capital conservadora. Y la manera de conseguirlo es que los bancos se hagan cargo del club y lo vendan a un comprador rico que pueda permitirse financiar la inversión que necesita.

El presidente del club, Martin Broughton, ha estado esforzándose en vano por encontrar un comprador para el Liverpool antes de que llegue la hora de la verdad. Por lo visto, el problema son las expectativas poco realistas de los propietarios, los magnates Tom Hicks y George Gillett. Su punto de partida fue un valor empresarial de 600 a 800 millones de libras. La cuestión es que la disposición de los prestamistas a ampliar sus préstamos, aunque con penalizaciones, ha hecho que no se hayan visto sometidos a ninguna verdadera presión para vender.

Hicks y Gillett adquirieron el club en 2007 por 220 millones de libras, cantidad que incluía una deuda de solo 45 millones de libras. Hicieron crecer el endeudamiento de tal manera que ahora deben más de 350 millones de libras, entre ellos 115 millones a los propietarios, pero sin contar las penalizaciones de los préstamos del RBS. No es de extrañar que haya sido difícil encontrar un comprador dispuesto a creer que la empresa valga más que sus deudas. Aun cuando los propietarios se conformasen con 100 millones de libras por su participación, tendrían que encontrar a un comprador dispuesto a pagar la descomunal cantidad de 14 veces el Ebidta histórico.

Y lo que es peor, el Liverpool necesita inversiones, en concreto 400 millones de libras para construir un nuevo estadio. Mientras tanto, los sueldos de los jugadores y los costes de traspaso están aumentando, en un momento en el que los costes de los intereses es poco probable que bajen.

El Liverpool se ha visto perjudicado porque a sus propietarios les permitieron tomar demasiado dinero prestado. El futuro del club estaría mejor asegurado en manos de un propietario con abundancia de fondos disponibles que pueda invertir sin recurrir al endeudamiento. Si la deuda sigue aumentando, solo se conseguirá prolongar la agonía. El RBS se ganaría muchos adeptos si se hiciese con la propiedad del club y lo subastase libre de deudas. Si al hacerlo pierde dinero, solo podrá culparse a sí mismo. -

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