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El sexismo menos evidente

Editoriales, críticos literarios, medios de comunicación y políticos alimentan roles de desigualdad en pleno siglo XXI

No es el poema más conocido de Rosalía de Castro, pero Estranxeira n? a súa patria conecta a la de Padrón con literatas que, como Sor Juana Inés de la Cruz, con Hombres necios, o Virginia Wolf, con Una habitación propia, denunciaron antes y después de ella una misma realidad: el espacio marginal al que se ha relegado a la mujer en el imaginario colectivo. Con Violencia (in)visibles 12 autoras han recogido ese testigo y, bajo la dirección de la profesora Belén Martín -coordinadora del Feminario de Investigación Feminismos e Resistencias-, han perfilado los campos en los que se concreta la desigualdad.

Rosalía, Wolf o Sor Juana hubiesen encontrado en el siglo XXI algunas de las dificultades que en sus respectivas épocas les impidió publicar. Lo señala el profesor Robert Neal, quien denuncia que en Galicia el número de autoras traducidas sólo representa el 16,6% del total. "La mujer está infrarrepresentada como objeto de traducción y relegada a los ámbitos menos prestigiados de la profesión", concluye Neal. Los datos en los que se apoya revelan que Edicións Laiovento tradujo a seis autoras de los 59 títulos que publicó (el 10,17%) y Bivir a ocho de entre 86 títulos (el 9,3%). Sólo despunta Xerais gracias a la colección Literatas, dedicada en exclusiva a las autoras. Su valor es dudoso, sin embargo, ya que "lejos de fomentar la integración de mujeres dentro del catálogo general [...] lo que hace es cerrarlas en un gueto y dificultar, de hecho, su acceso a las restantes esferas mayoritarias".

Sólo el 16,6% de las obras traducidas al gallego fueron escritas por mujeres
Yolanda Castaño padeció los excesos de parte de la crítica por su físico

En la narrativa autóctona las cosas no son distintas. María Reimóndez, autora del estudio Extranjera de su patria, denuncia las dificultades para encajar a las autoras en el canon literario. "[El sistema literario] ha percibido la subversión de que las mujeres escriban como una agresión, al atreverse a salir de los papeles establecidos y acceder a ese espacio de creación social que han tenido que okupar". Reimóndez pone como ejemplo a Maria Xosé Queizán, quien "a pesar de contar con una completísima obra en géneros y temática, sigue siendo la extranjera, sin sillón en la Real Academia". El agravio en ese caso va más allá, ya que obras como Las literatas tuvieron que soportar durante años los rumores de que habían sido escritas por el marido de Queizán, el también escritor Xosé Luis Méndez Ferrín.

Las desigualdades más dañinas, sin embargo, son también las más sutiles y Reimóndez las encuentra en el sistema literario. Un caso sangrante es el que rodeó a A Expedición do Pacífico, de Marilar Aleixandre, en el que se relata la pubertad de la protagonista y que algunos críticos recibieron con "burla" por narrar su primera menstruación. "Para la crítica no feminista existe [...] una escritura masculina y otra femenina. En la escritura femenina es importante resaltar el sentimentalismo/ sensibilidad. [...] Para ratificar la validez de un texto escrito por una autora se alaba que haya evitado el sentimentalismo".

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Reimóndez lamenta además la tendencia de la crítica a fijarse en el físico de las autoras. "Yolanda Castaño es víctima de este tipo de valoraciones hasta un punto de vista intolerable", denuncia. Una tendencia inexplicable que se entremezcla con "un interés desmesurado en la vida personal" y que acumula papeletas a quien lo padece para ser víctima de "insultos directos". De Castaño se llegó a hacer "un juego en el que se le podía quitar y poner ropa", denuncia Reimóndez. Teresa Moure también padeció críticas que la calificaban de "insolente" tras la publicación de la revolucionaria Herba Moura.

Violencias (in)visibles destaca también el papel de los medios de comunicación como continuadores de roles sexistas. Los ejemplos desde que un talk show de Canal Sur recogiese en 1997 las declaraciones de Ana Orantes son numerosos. En noviembre de 2009 La Voz de Galicia publicó el titular "La UE decide hoy si su presidente será un tecnócrata, un estadista o una mujer" en relación con la posterior elección de Catherine Ashton y que para Castro implica que la única baza de Ashton era su condición de mujer. Una crónica del teletexto de TVE recogió tras un partido de la selección femenina de baloncesto el siguiente comentario: "Ahí acabó todo, cuando las [jugadoras] rusas (rubísimas y guapísimas, por cierto) masacraron a las nuestras". También El País encabezó en marzo de 2008 una información sobre Irak con el titular "Israel mata a mujeres y niños en su ofensiva a Gaza", resaltando la "indefensión" de las mujeres. Un perjuicio extensible a los políticos, como demostró Feijoo en un acto de Nuevas Generaciones en el que se consideró que se insinuaba a la actriz María Mera.

La mayor desigualdad se detecta en la publicidad. Es en ella donde se comercializa de manera más directa con el cuerpo de las mujeres, especialmente con "las mujeres negras", manejadas según Ana Bringas en función de "estereotipos de la época colonial". Son buenos ejemplos de ello los anuncios de moda o de bebidas, o el del semental Chorolais de Mil Colinas, que en 2000 rescató para su eslogan todos "los discursos de la esclavitud, que caracteriza a las mujeres negras como sexualmente depravadas".

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