"La situación es horrible"
La familia Benavides no celebrará el año nuevo en El Parador (Almería), donde reside desde que hace diez años llegó de Zalzarbache (Colombia) huyendo de la espiral de violencia de ese país. "Yo estuve enferma de los nervios pensando que, en algún momento, me iban a matar en mi casa o en la calle", recuerda Nidia Benavides.
Cabeza de familia, de 55 años, trabajadora a domicilio y madre de cuatro hijos, reconoce que le resulta duro volver, y no solo por lo económico. Ahora no tienen prácticamente nada. "Me vine sola, con 2.000 dólares [1.571 euros] y es con lo mismo con lo que me voy", asegura. Les falta poco para reunir el dinero de los billetes que les conducirán de vuelta a casa a ella, a una de sus hijas, a su yerno y a su nieta. Otra hija seguirá probando suerte en Almería y los otros dos hijos se quedaron en Colombia. Han heredado una vivienda en su pueblo natal y allí convivirán todos con el gran reto de rehacer sus vidas en un lugar que, a priori, tampoco ofrece muchas posibilidades.
España le infundía respeto y se pensó mucho emigrar. "Al principio fue duro adaptarse" y, para colmo, la comunidad colombiana no les abrió los brazos como esperaban, tan sólo a través de la asociación de colombianos Almería para Todos con su presidenta, Yaddy González, a la cabeza. "Se implica con todos. Nos ha ayudado muchísimo", alaba Nidia.
En el aspecto laboral le fue bastante bien. "Los primeros años fueron muy buenos" en un trabajo en el que se empleaba a fondo todo el día: de casa en casa desde la mañana hasta la noche.
La situación, dice, cambió radicalmente hace cuatro años. "La gente comenzó a abusar. Donde antes tenías que limpiar por diez euros a la hora, ahora tienes, además, que cocinar y planchar" entre otras labores domésticas. Lo hizo, pero ahora hace casi un año que no llaman ni para eso.
"La situación es horrible, sólo queremos correr para Colombia. Allí no se va a hacer nada, pero estamos en casa", se lamenta y besa a su nieta, Valentina, de 14 meses y almeriense. Preparar la documentación de la más joven de la familia para regresar a Colombia está retrasando su viaje, que esperan realizar en unas semanas a no ser que suceda un milagro llamado trabajo.
La madre de Valentina, Gisela, también está en paro y tan sólo percibe remuneración económica su marido que es electricista y gana 800 euros al mes. Insuficiente para mantener a toda la familia.
Nidia no quiso la nacionalidad. "Seré tonta o patriótica, pero no podía dejar de ser de Colombia". No estaba en sus planes, pero ahora parece una premonición.
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