España no se duerme

El campeón de Europa empezó ayer a defender el título que ganó en Austria hace dos años y Vicente del Bosque, que no quiso problemas, no se guardó nada para enfrentarse a la débil selección de Liechtenstein, seguramente la más floja del grupo, que completan Escocia, Lituania y la República Checa. De la alineación titular que jugó la final del Mundial, en Johanesburgo, solo hubo dos cambios: Marchena por Puyol, lesionado, y Fernando Torres por Pedro. Goleó España, que de su empeño sacó tres puntos y demostró que no se le han subido los humos a la cabeza ni se duerme en los laureles. De paso, recuperó Torres viejas sensaciones al reencontrarse con el gol.

La Roja hizo fácil el partido porque puso la directa y metió ritmo al duelo desde el principio. Jugó y tocó para destrozar el plan de Bidu Zaugg, el técnico local, tan simple como el mecanismo de un botijo: todos atrás menos David Hasler, desterrado a vivir entre los dos defensas centrales españoles, ayer Piqué y Marchena. No tuvo rival ante un grupo de esforzados deportistas aficionados, cuyo nivel es tan bajo que obliga a preguntarse por qué la UEFA no se replantea el diseño de las fases de clasificación: 51 equipos peleando por 14 plazas se adivina un despropósito.

Fernando Torres, por dos veces; Villa y Silva, los goleadores

Contra conjuntos de tan poco calado como el de Liechtenstein, España solo puede encontrar un rival en sí misma, en su propia actitud. De su implicación depende que el encuentro sea un bodrio o algo entretenido más allá de la duda de quién sumará los tres puntos. Resultó que, lejos de pensar en el lujo que supone pasear la estrella de campeón del mundo por el Monumental de Buenos Aires, lo que sucederá el martes, los futbolistas españoles se arremangaron para sumar la primera victoria por la tangente contra un cuadro que jamás, lógico, les ha ganado.

Da gusto ver jugar a La Roja, aunque, como ayer, no tenga adversario, porque no especula. Xavi, que solo jugó los primeros 45 minutos, lideró otra vez la idea de un equipo que se volcó sobre el balcón del area con la pelota por referente. Allí, en el terreno del mediapunta, conectó con Iniesta, determinante desde el momento que pisa el campo. El centrocampista de Fuentealbilla, listo como pocos, jugó muy cómodo, cómo y por dónde le vino en gana, y se hartó de repartir caramelos. Iniesta empezó su generoso festín en el minuto 16, en la jugada que abrió la lata. Era su partido 50 con la selección española y, tras robar la cartera a Burgmeier en su campo, la condujo hasta que descubrió el metro que necesitaba para habilitar a Torres y se la puso en carrera. El madrileño, con algo de suerte, no perdonó y mando el esférico a la red. Iniesta barrió el frente de ataque y activó tanto al delantero del Liverpool como a Villa. Fue finalmente su compañero en el Barcelona quien de un zapatazo desde la frontal marcó el segundo gol. Si no llegaron más en el primer tiempo fue porque los dos puntas no atinaron y desaprovecharon hasta tres oportunidades por cabeza.

Doblegado Liechtenstein por la voluntad de España de mantener la guardia alta, los goles desperdiciados en el primer tiempo llegaron muy pronto tras la reanudación. Se bastó Torres para lograr el tercero, el segundo de su cuenta particular, antes de dejar su sitio a Silva, que marcó el cuarto en el minuto 62.

Fiable juegue quien juegue, la entrada del canario, la de Cesc y, finalmente, la de Pedro, que salió por Iniesta, no deslució el tono del combinado español, fiel a su idea y que, pase a pase, volvió a jugar con el campo inclinado sobre la portería de Jehle. El portero salvó a sus amigos de encajar algún gol más con un par de buenas intervenciones.

Resuelto el partido, quedaba por ver si Villa lograría un segundo gol, que no llegó. El Guaje se quedó a un tanto del record goleador de Raúl con la selección porque su último remate lo rechazó el larguero. El martes, contra Argentina, tendrá otra oportunidad.