Ni juego ni delanteros

No cabe poner en duda las buenas intenciones de Lotina. Siempre las tuvo y ahora se reafirma. Dice el técnico del Deportivo que la gente, después de ver cómo España levantó la Copa del Mundo, no entendería un estilo irrespetuoso con la pelota. Y a partir de ahí trata de inocular a sus chicos el virus del fútbol combinativo.

A la postre, se impone la realidad: el Depor juega a lo que puede y con lo que tiene, algo a lo que no es ajeno el Zaragoza. Con tan píos propósitos, la primera idea de Lotina fue abrir el campo. Apareció Urreta y sus destellos animaron a la grada y al equipo, que padeció por la opacidad de Guardado. Careció de socios al mexicano porque al Depor le faltó manejo en la media.

Transitó así el Depor hacia un híbrido, acunado por un rival precavido que creció con los minutos y dio por buena la igualada, pero que empezó a sentir que la victoria estaba a su alcance. La tuvo en un disparo desde la frontal de Ander Herrera, en un remate en semifallo de Jorge López y en una jugada de orfebrería en la que Bertolo trazó un taconazo para dejar a Obradovic solo en la línea de fondo. Apenas replicó el Depor. Sin un punta de referencia, Lotina se entregó a Adrián y Riki. Ninguno de los dos parece en condiciones de ofrecer más de 10 goles por temporada.