Javier Álvarez se recicla en Las Maris

El escenario está lleno de cachivaches: una batería de juguete, lámparas, una pizarra de las que se usaban antes. Con estos elementos, además de una guitarra, teclados y, por supuesto, sus voces, Javier Álvarez y Nieves Arilla -o, mejor dicho, Las Maris- dan vida a este espectáculo, una formación que valora la libertad -y la sorpresa- por encima de todo.

"No queremos que se sepa el repertorio. Vamos a tocar de todo. Cosas nuestras y las versiones de temas que han significado algo para nosotros", explican Álvarez y Arillas sobre el mismo escenario de La Casa Encendida donde actúan hoy (la entrada cuesta 3 euros). "Somos muy melómanos, nos gustan desde ZZ Top a Los Chungitos", avisan.

Cualquier cosa es posible mientras ellos se sientan cómodos. Al borde del escenario, Álvarez y Arilla se pegan el uno al otro para versionar a Los Chunguitos. Prescinden de toda la jarana y el fiesteo de la rumba pop e interpretan la canción a capela y con palmas, de las que se encarga el propio Álvarez. Para confirmar que esto es un divertimento se marcan un par de vueltas flamencas, amagando unos pases de baile.

El concierto dura una hora y 20 minutos y, si hay que definirlo, Arilla lo clasifica como "un cabaré, sin t". "Esto es como si fuera el salón de nuestra casa, un sitio de juego", dice.

El cantautor y la vocalista y teclista se conocieron en el Retiro hace años. Él estaba tocando la guitarra mientras ella cantaba enfrente, explican riendo. Álvarez, con los 40 años estrenados y un bigote que da más seriedad a su rostro, habla con su compañera rematando las frases con un "Mari" y ella hace lo propio. De todo hacen una broma o un juego de palabras. El reciente Premio de la Música al mejor disco independiente concedido al cantautor por Guerrero Álvarez tendrá algo que ver con tan buen humor. "Somos Las Maris; no suelo contestar más de dos preguntas de Javier Álvarez", dice, intentando que su carrera no robe protagonismo a este nuevo proyecto. Un aviso para sus fans, que seguramente asistirán más atraídos por la faceta experimental del artista que por la posibilidad de escuchar un repaso en vivo de sus temas.