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Problemas fiscales para ceder al sueco

Amparados en el artículo 93 de la Ley 35/2006 de 28 de noviembre, los futbolistas extranjeros de la Liga española disfrutaban del regimen fiscal más bajo de Europa, lo que, sin duda, resultaba muy beneficioso para los clubes, que, a fin de cuentas, son los que se encargan de los pagos a Hacienda, dado que negocian en bruto los contratos de sus estrellas foráneas.

Los trabajadores extranjeros podían tributar a un tipo inferior al que lo hacen los nacionales. El Gobierno pensaba en abaratar la contratación de investigadores y científicos, pero se aprovecharon los clubes para fichar otro tipo de talentos. Beckham fue el primero y dio nombre popular al decreto ley.

La derogación de dicha ley, que complica la salida de Ibrahimovic del Barcelona, tuvo al fútbol al borde de la huelga en contra de la opinión pública, que la aplaudió. Hasta Raúl, entonces capitán del Madrid, apoyó las enmiendas a los presupuestos de 2010 planteadas por el PSOE que Zapatero sacó adelante con el apoyo de IU y BNG. Consecuentemente, todos los contratos firmados a partir del 1 de enero de 2010 y que supongan más de 600.000 euros anuales para el jugador quedaban sujetos a la ley y pasaban del 24% de retención al 43%.

Aunque la ley no tiene carácter retroactivo y los contratos firmados antes de esa fecha mantienen las ventajas fiscales -tal es el caso del sueco-, la cesión de Ibra al Milan es muy compleja y, sobre todo, muy costosa para los dos clubes. Dado que Ibra -Hleb y Cáceres están en la misma situación- debería firmar una modificación contractual, tendría que suscribir otro contrato en un hipotético regreso al fútbol español. En su caso, la ficha anual ronda los 12 millones de euros brutos, así que recibe alrededor de nueve limpios. Tras la suspensión de la ley Beckham, el Barça, si le repescara, debería dedicar casi 15,5 millones para mantenerle el salario.

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