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Reportaje:rutas paralelas

Adiós a la política

Daniel Verdú

Y ahí está José Sanz, camisa a rayas, mocasines negros de punta y calcetines azul marino en la puerta del Ayuntamiento con su papeleta. Se sienta en una silla y saca el boli. Claro que la firma. Hay que unirse, dice. "Yo, José... me comprometo a no presentarme en las próximas elecciones si no se soluciona el problema de la iglesia de Burbáguena". Y como él, todo el pueblo. Porque esta localidad turolense ha decidido que si nadie en la Diputación, el Gobierno de Aragón o donde sea mueve un dedo para salvar su iglesia del siglo XVIII, se han acabado los partidos políticos. Nadie se presenta. Y a ver cómo se apañan para gobernar los que están en el sillón y no quieren perderlo. Porque ellos ya han hecho lo que tenían que hacer.

Burbáguena (Teruel) NO ELeGiRá alcalde hasta que reciba dinero para arreglar su iglesiA

Un cura, 310 vecinos, una joven alcaldesa y seis concejales. Las fuerzas vivas unidas y la revolución en marcha. Porque desde hace ya varios años unas enormes grietas atraviesan la fachada y la nave de su templo barroco, protegido como Bien de Interés Cultural desde 2002. Y no es broma. Las columnas han cedido y se inclinan peligrosamente hacia la derecha del altar. Da vértigo. Dos informes técnicos -del Ayuntamiento y de Patrimonio- acreditan el desastre. Héctor, 34 años, cocinero de profesión y cura del pueblo desde hace cinco meses, daba misa mirando al techo. Tan mal lo veía que decidió cerrarla. Ahora da un apretujado oficio en una salita que tenía el pueblo para guardar las vírgenes de las procesiones.

Aquí la política es afición. Pero seria. La alcaldesa tiene 30 años y está en Irlanda perfeccionando el inglés. Ni ella ni ninguno de los siete concejales cobran y cuando el pueblo tiene un problema no se pelean. Que tomen nota en el Congreso, dicen. Ya puestos, si puede ser, también con lo del inglés. "No nos importa perder el puesto. No estamos aferrados al sillón como nuestros partidos", lanza Juan Pablo, teniente de alcalde (PAR) en la calle Mayor escoltado por los otros concejales y el párroco.

A Pepe el Poeta le conocen así por la habilidad que tenía su padre para las rimas. Se metió en política hace 20 años para lograr que el tractorcico del Jerónimo recogiese la basura del pueblo y no se tirase al río. Lo consiguió. Vestido de caqui revolución, bajito, con barba y sandalias con calcetín que parecen fabricadas en casa, fue él, miembro del PSOE, quien tomó la iniciativa en este asunto. La última vez que fue a un entierro en la iglesia lo vio tan mal que tuvo que tomarse un tranquimazín. O se arregla, o me largo. ¡A tomar por culo! (eso también lo dijo, le gusta soltar tacos).

Y todos le siguieron. Hace dos semanas convocaron una asamblea a la que no faltó casi nadie. El pueblo les apoya. Llegado el caso, en mayo de 2011 el municipio estará gobernado por la localidad cercana de mayor tamaño. Y eso, claro, a quien hace menos gracia es al partido que manda ahora aquí. "Lo vemos con preocupación. Tenemos cuatro concejales de siete. Como grupo político no podemos apoyar esa medida. Pero lo entendemos y lo respetamos. Yo quiero pensar que el Gobierno de Aragón (bipartito de PAR y PSOE) hará alguna cosa", dice Joaquín Peribáñez, máximo responsable del PAR en Teruel en asuntos comarcales, diputado y, por cierto, natural de Burbáguena.

La iglesia, cuya torre mozárabe tiene un postizo en lo alto que se bambolea con el viento, no necesita comprensión o respeto, sino 1,2 millones de euros. Pero no llegarán. Fuentes del Ejecutivo aseguran que el proyecto, redactado desde hace tres años, no es ahora prioritario y no se realizará en esta legislatura. Así que ya está armado el lío.

El termómetro de la plaza marca 30 grados. El bar, el único del pueblo, está lleno de veraneantes con gafas de sol. Burbáguena tenía no hace tanto 1.500 habitantes. Pero está lejos de todo. A 100 kilómetros de Teruel y a otros 100 de Zaragoza. Los jóvenes se han ido. La escuela se cerró hace tiempo y veremos qué pasa ahora con la iglesia. Siempre empieza así, explica Héctor, el párroco, que ha visto cómo se descomponían otros municipios. "Luego se va el médico, el pueblo se vacía. Y al final, se larga el último, el de siempre, cuando ya no hay nada que hacer". ¿El de siempre? "El cura". Sonríe, le da un sorbo al botellín y saca un cigarrillo.

El cura (en el centro) y seis concejales de Burbáguena, en el interior de la iglesia barroca.
El cura (en el centro) y seis concejales de Burbáguena, en el interior de la iglesia barroca.CARLOS ROSILLO

Como la torre de Pisa

- La iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles empezó a agrietarse hace 10 años, justo antes de que la declararan Bien de Interés Cultural. Primero el arco de la entrada, que casi se ha desprendido de la fachada, y luego el interior de la nave. Las columnas han empezado a ceder y están claramente inclinadas. Algunos ladrillos se han caído. Desde hace cuatro meses está cerrada por el riesgo de que pueda colapsar.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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