Antonio López pinta en Sol

Trazos ocres, beis, blancos. Media docena de pinceles, paleta, regla y compás. Un cajón de madera sobre una silla de playa. Y sobre un caballete un lienzo con trazos de la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid. Pudo ser cualquier pintor, pero el que trabajaba ayer en la Puerta del Sol era Antonio López (Tomelloso, 1936). Una treintena de curiosos pululaban alrededor de este manchego que lleva más de 60 años en Madrid, seis décadas enamorado de su luz.

"Que me miren no, pero hablar me resulta violento", decía el pintor con timidez pasadas las ocho y cuarto de la tarde, después de trabajar hora y media en un nuevo cuadro. En él se aprecian las calles de Arenal y Mayor, el lado oeste de la Puerta del Sol. Pero también hay un segundo cuadro en marcha, que plasma la parte este: el arranque de la Carrera de San Jerónimo y la calle Alcalá. "Cuando se juntan los dos cuadros se ve el perímetro de toda la plaza", explicaba López mientras recogía sus bártulos y los guardaba en la Casa de Correos.

Los curiosos se acumulaban en torno al artista. Como Mari Ángeles Baidez, "seguidora de Antonio desde hace más de 20 años". Había venido como turista desde Albacete y se encontró la sorpresa. "Es lo mejor del viaje", decía nerviosa. Unos turistas británicos abrían la boca de sorpresa al descubrir la identidad del artista: "¡Oh, Loopiz!".

El pintor no terminará la obra este verano, ya que necesita una luz muy precisa que solo consigue durante unos pocos minutos al día. El pintor, fiel a sí mismo, sabe esperar. Necesitó un lustro para sus seis cuadros sobre la Gran Vía.