Inusual calma viajera en agosto
La Estación Sur de autobuses se queda vacía por la huelga de Auto Res en uno de los fines de semana con más desplazamientos de todo el año
Paula va a Zamora. Teresa, a Ávila. Y Félix, a Ourense. O al menos lo intentan. Los tres hicieron cola ayer por la mañana en la Estación Sur de autobuses delante de una taquilla en la que se leía la frase estrella: "Solo servicios mínimos". Carteles que se referían a la huelga que tiene convocada la empresa de autobuses Auto Res (propiedad del grupo Avanza) desde el pasado mes de abril, y que este fin de semana, el de las fiestas de la Asunción, afectará a unos 8.000 viajeros.
Pero Paula, Teresa y Félix, con algún que otro inconveniente, consiguieron sus billetes. "Lo quería para mañana [por hoy] a las ocho de la mañana, pero ese no sale. Así que me iré a las diez, no está mal", afirmaba Teresa con su tique en la mano. Destino: Ávila. Asiento: 16. "Parece que no va demasiado lleno", decía sorprendida. Los servicios mínimos, del 30%, se cumplían.
En esa taquilla única, en la que se vendían los billetes para los días de huelga (ayer y hoy, 21, 22, 28, 29 y 31 de agosto y 1 de septiembre) hacían cola unas 30 personas. En las otras tres, para los días sin paros, apenas era necesario esperar. La tranquilidad era la nota dominante en la estación. "Es una huelga tranquila", aseguraba Luis Miguel Ortiz, portavoz de CC OO.
En los paneles informativos de la estación aparecían cancelados algunos servicios: Salamanca, Gandía... A las doce del mediodía, solo cuatro autobuses del grupo Avanza salían de las dársenas, algo inaudito a mediados de agosto para una empresa que transporta 6,6 millones de viajeros al año. Tampoco eran muchos los coches que llegaban a la estación, eso sí, todos llenos.
En la estación de Atocha, el trasiego era mucho mayor. "Cuando no se sabía lo de la huelga, la gente venía rebotada, pero ahora ya lo saben casi todos", decía Israel desde su saturado mostrador de información.
Los daños colaterales, más allá de trabajadores y viajeros, se los llevaban los comercios de la Estación Sur. "Claro que se ha notado", decían en cafeterías y quioscos. En su bazar, entre calcetines y mecheros, Teresa se aburría. "Las huelgas siempre perjudican a los mismos, a los currantes", suspiraba mientras limpiaba el polvo a unas figuritas.
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