_
_
_
_
_
Reportaje:

Bomberos solidarios en Lago

Un grupo de voluntarios que ayuda en catástrofes muestra su forma de trabajar en la Casa de Campo

María Porcel

Si el agua del lago de la Casa de Campo se considera "medianamente limpia", imaginen la de Haití, o la de Centroamérica tras el paso del huracán Mitch. La ONG Bomberos Unidos Sin Fronteras, formada por voluntarios de toda España, lo enseñó ayer en la Casa de Campo, donde varios de sus voluntarios montaron un dispositivo muy parecido al que instalan en lugares afectados por catástrofes, planta potabilizadora incluida.

Un aparataje similar a los que han montado a lo largo de una década en Guatemala, Argelia, Perú o, por supuesto, Haití.

El grupo, que tiene cerca de 500 voluntarios, acude de forma inmediata a los lugares en los que ocurre una catástrofe. En Haití fue la primera ONG de fuera del continente en aparecer. Algo vital, según su director de operaciones, Enrique Fernández. "Es esclavo: hay que estar siempre pendiente, con el móvil encendido y todo preparado: hay que ser rápidos", afirma.

Puede ser voluntario cualquier bombero que quiera colaborar en sus ratos libres, o que cambie turnos y sacrifique vacaciones, claro. Y también personal sanitario, como la médica alicantina Maria del Carmen Limiñana, que colabora desde 2006 con la ONG y es su coordinadora sanitaria desde hace dos años. "Damos formación de medicina tropical o de derecho internacional, cosas que un médico normal no suele saber", comenta en una tienda de campaña entre maniquíes de bebés y paquetes de gasas.

Los perros también eran ayer protagonistas. A sus cinco meses, Cris, mezcla de labrador y grifón, se dejaba querer por los fotógrafos. Los bomberos empiezan a adiestrar a los canes cuando cumplen un año, así que aún le quedan unos meses antes de entrenamientos y pruebas: un buen ladrido, capacidad para atrapar a sus presas o gusto por viajar. "Son animales especiales, aguantan muchas horas de avión. Sufren mucho estrés", afirmaba el adiestrador Tino Luque con Cris a sus pies.

Mientras, la planta potabilizadora seguía limpiando unos litros del agua del lago. "Su nivel es de 12", comentaban los bomberos, que pueden transformar en potable un agua que esté incluso en un nivel 50. Así que no, no está demasiado sucia. Aun así, no se la beban.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_