Tres visiones artísticas sobre la Costa da Morte
Fran Herbello rinde homenaje en Fisterra a los náufragos de un pesquero hundido junto al cabo hace 50 años
No hubo sobrevivientes. Ni el mar devolvió nunca ninguno de los cadáveres de los 11 tripulantes que engulló cuando el pesquero Bonito naufragó el 18 de enero de 1960 a los pies del cabo Fisterra. Los retratos de esos hombres han resurgido del olvido medio siglo después para vagar por las paredes del faro más al oeste de Europa. Forman parte de la exposición artística sobre la Costa da Morte que se inaugura esta tarde en Fisterra. Una curiosa propuesta, comisionada por el fotógrafo Manuel Cendón, que ofrece los proyectos estéticos de tres artistas invitados a convertir en territorio de creación esta agreste y bella esquina del Atlántico.
Fran Herbello (Menziken, Suiza, 1977) nunca conoció a su abuelo, un pescador al que el mar también se tragó. Y en su memoria, no dudó un momento cuando Cendón le ofreció participar en esta atípica iniciativa para retratar la Costa da Morte a través de una de las tantísimas tragedias marineras inherentes al lugar.
El fotógrafo recopiló retratos de tamaño carné los 11 tripulantes del Bonito, las amplió y las colocó en unas cajas sobre una tela negra, como la del luto en que se encerraban las viudas, madres e hijas de marineros desaparecidos. Al exponerse al sol, las imágenes se reprodujeron sobre el tejido, en forma de puntos blancos. Y son las que se exponen en una sala del faro de Fisterra. En el centro, se colocaron las cajas como si fuesen lápidas del atrio de una iglesia. "Es un recuerdo a la gente que vivió muchos de los caprichos del mar que nunca debieron haber ocurrido", dice Herbello.
El océano es también el hilo inspirador de la instalación de la argentina Graciela Sacco, en la que combina, sobre un mural de cuatro metros por dos, fotografía y vídeo. Bajo el título de Cualquiera salida puede convertirse en un encierro, la artista recurre a una proyección sobre una pared negra y tablas blancas colocadas en hilera para obtener un efecto plástico con el que evoca distintos significados del mar, "un medio de vida, un camino para la emigración y también el causante de la soledad o de la muerte".
Cuando aceptó el encargo de Cendón, pasar una semana en Fisterra para crear una obra, el guatemalteco Luis González Palma también rehuyó cualquier propuesta que describiese el paisaje marítimo de la zona. Prefirió evocarlo a través de cinco fotografías de maquetas de barcos colocadas encima de camas que interpretan, a través de los pliegues de mantas y colchas, el mar. "Un proyecto que concebí para reflexionar sobre la idea del viaje, la imaginación, la infancia y el deseo", explica el artista. Cada visitante de la exposición será invitado a escribir, en el dorso de una postal con la reproducción de estas fotografías, lo que que le sugieren esas imágenes o cualquier otro pensamiento relacionado con el mar. Esos textos se irán incorporando a la muestra, abierta hasta septiembre en Fisterra y que posteriormente se trasladará al Museo do Mar de Vigo.
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