Argumentos
Así como en un tiempo hubo comecuras y luego comefachas, ahora hay comeprogres.
No hay argumento que no pueda ser aderezado con un ataque contra el progre de turno. Su eficacia queda multiplicada. La defensa de las propias posiciones, asegurada. Con ese antídoto no hace falta pensar ni penetrar en el fondo de la propia argumentación.
Tiene a su servicio dos siglos de repertorio. Imposible sustraerse a la tentación de utilizarlo para denigrar al progreso, a los progresistas y a sus abundantes epígonos, por más que él mismo se cuente entre ellos.
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