Besos, muerte y humillación
Valladolid muestra las 100 fotografías favoritas de Agustí Centelles
Un beso de guerra, es decir, apasionado, en medio de un montón de gente y de ruido, y sabiendo que quizá sea la última vez. Dos cadáveres, los primeros en Barcelona, tirados en una plaza desierta que unas horas antes estaba abarrotada de gente. Una hilera de hombres agachados sobre unos cubos en los que hacen sus necesidades, que el director del campo de concentración en el que está vende luego como abono a un granjero.
Son algunas de las 100 fotos de la Colección particular de Agustí Centelles que se exponen desde hoy en Valladolid. Copias de los negativos originales que el fotoperiodista guardó en la buhardilla de una casa en Carcassonnne (Francia) hasta que murió Franco y supo que nadie impediría que salieran a la luz. Las preferidas de su autor. La parte del tesoro Centelles del que sus hijos no han podido desprenderse. "Cuando las toco, siento que me relaciono otra vez con mi padre. Es como si no lo hubiera perdido del todo", explicaba ayer Sergi, su hijo mayor. El Ministerio de Cultura ha comprado los originales, estos y 8.000 más, por 700.000 euros para el centro de la Memoria Histórica de Salamanca.
El recorrido por la exposición incluye imágenes del antes, durante y después de la Guerra Civil. Son fotografías inteligentes, cargadas de información. El diario honesto y probablemente muy doloroso de un fotoperiodista que no estaba retratando un conflicto, sino su guerra. En ellas, se lee por qué perdió la República, obligada a mandar al frente a voluntarios en alpargatas, con la apresurada instrucción que habían recibido en la plaza de alguna ciudad. También hay muchas mujeres: una muy seria, Mika Etchébère, la única que llegó a ser capitán del Ejército republicano; otra muy sonriente, la voluntaria holandesa Fanny, o el de María Mercader, la madre del hombre que mató a Trotski.
Hay fotos robadas, como las que hizo Centelles en el consejo de guerra del General Goded, en el que pese a ser cacheado, logró colar su cámara. También fotos irónicas, como un tanque destartalado a la puerta de un taller; y fotos espeluznantes, como la del vehículo que un grupo de hombres que se hacían llamar Los Guerrilleros de la Noche (de la Federación Anarquista Ibérica) utilizaban para ir a las iglesias a matar a sacerdotes.
Todas estarán en Valladolid hasta el 29 de agosto. La exposición incluye una reproducción del laboratorio que Centelles hizo en el campo de concentración de Bram, con dos mantas que hacían de cuarto oscuro. Sus hijos tienen previsto llevarlas el próximo año al MoMA, en Nueva York.
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