Amargo dulzor de resaca
Uno de los primeros gritos que surgieron espontáneamente del pueblo tras ganar el Mundial de Suráfrica fue este: "España entera se va de borrachera". Efectivamente, todavía persiste la resaca. Pero es una resaca extraña, con tintes visionarios, con pulpos benefactores, con patriotismos cavernícolas, con éxtasis colectivos que para sí quisieran los místicos. A veces se levanta uno con la impresión de que todo fue un sueño. Poco a poco van desapareciendo las banderas de los bares y balcones.
Dicen que en España se bebe mucho, lo cual es cierto, pero no es menos cierto que hay bastantes países que nos ganan. En muchísimos pueblos españoles es tradicional esta coplilla: "Dicen que XX (nombre de la localidad) no figura en el mapa, pero bebiendo vino nos conoce hasta el Papa". En Madrid, por ejemplo, hay una calle, la del Cardenal Cisneros, donde se concentra la mayor cantidad de bares y tabernas por metro cuadrado de toda Europa.
En Madrid, y en toda la nación, ha aumentado estos días espectacularmente el consumo de pulpo a la gallega. En vez de declarar santo a ese molusco gasterópodo llamado Paul, aquí nos lo comemos con pimentón. Pero sigue habiendo gente muy supersticiosa que atribuye a ese bicho con tentáculos y ventosas el éxito futbolístico. Incluso algunos lo han puesto en la bandera junto al toro de Osborne. Hay personas que proponen hacer un gran monumento al animal. La superchería va en auge, y también la ignorancia.
Con el pulpo de marras todo el mundo ha hecho el ridículo y parece que el universo se ha descerebrado y ha perdido el juicio. Nadie hasta el momento ha pedido disculpas a Sara Carbonero, la periodista novia de Iker Casillas, a quien la prensa internacional atacaba por "distraer" al portero. Pura falacia machista.
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