La hormiga aliada de los piojos
La primera plaga citrícola podría controlarse con un enemigo natural, la avispa, si no tuviera de su parte a otro insecto muy disciplinado
Un grupo de investigadores valencianos ha confirmado la alianza entre las hormigas autóctonas de la Península Ibérica y el piojo rojo de California. El piojo rojo puede no ser muy conocido para el público general, pero está considerado como la primera plaga citrícola: en la fase inicial, cuando todavía no ha debilitado a los árboles y los daños son fundamentalmente estéticos, ya es capaz de hacer perder un tercio del valor comercial de un campo de naranjos.
Se llama piojo rojo de California (Aonidiella aurantii), porque fue allí donde apareció el primer caso, a finales del siglo XIX, pero probablemente es originario de Extremo Oriente. El primer foco valenciano de entidad tuvo lugar en Alzira, en los años ochenta. Desde entonces se ha extendido por todo el territorio, a excepción de un área en torno a Benicarló, explica Ferran García Marí, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia.
La plaga resta un tercio del valor de un campo de naranjos
La alianza impide poner los huevos al depredador
Durante el siglo XX el piojo fue tratado con plaguicidas químicos. Pero su uso ha ido decayendo: primero, porque el insecto ha desarrollado resistencias; y segundo, porque los pesticidas están cada vez peor vistos en los mercados de destino de las exportaciones, sobre todo en la UE.
En estos momentos, cuenta García Marí, las esperanzas para frenar la plaga están depositadas en Aphytis, una pequeña avispa parásita que pone los huevos en los piojos rojos (causando su muerte) y en ocasiones también los devora. El empleo de este enemigo natural se ha encontrado, sin embargo, con un aliado circunstancial de los piojos: las hormigas locales, que atacan a las avispas en cuanto las ven rondar los árboles.
El motivo de esa fijación es la melaza, un residuo dulce que producen diversos insectos. Las hormigas la adoran. Las avispas la necesitan para vivir. Las hormigas aceptan pocas bromas con el tema: los pulgones, quizá su fabricante preferido de melaza, son conducidos en invierno al fondo del hormiguero para que no pasen frío; y en primavera son depositados de nuevo en los tallos para que produzcan.
Las hormigas saben que las avispas buscan la melaza, y las persiguen. La avispa, además, es lenta poniendo huevos: tarda hasta 10 minutos, lo que permite a las hormigas ahuyentarlas.
Durante dos años, García Marí y sus colegas aislaron 64 árboles de las hormigas (con una sustancia pegajosa). Consecuencia: las avispas progresaron y el piojo rojo de California decayó. La conclusión (publicada en Environmental Entomology) es que para detener la plaga hay que eliminar a las hormigas, señala el investigador. Y añade: "Nos referimos a un ecosistema artificial como es un campo de naranjos. En términos generales las hormigas son muy beneficiosas".
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