El primer millón de copas

Poco antes de las nueve y veinte de la noche del pasado miércoles, la coctelería barcelonesa Dry Martini servía la copa un millón de este celebérrimo brebaje. A lo largo de 32 años han sido contabilizados, primero de forma manual, por Pedro Carbonell y luego, de forma digital por Javier de las Muelas. Este último adquirió el local de su maestro cuando la jubilación de éste amenazaba con el fin de un establecimiento, entonces mítico y hoy referencia de la coctelería mundial y uno de los símbolos de la Ciudad Condal.

Una clienta llamada Silvia Budet, que había venido a tomar algo antes de ir a cenar con unas amigas, recibió, de manos de Javier de las Muelas, el diploma como "bebedora del dry martini un millón". Que tan mítica y millonaria copa, atendiendo a lo que explicaba el propietario, sea consumida por una mujer, gustó al hombre que inventó los dry martini frappé y dio el pistoletazo de salida a la moda del gin tónic creativo hoy tan en boga. "Hay bares que son parte de la historia y de la idiosincrasia de las ciudades en las que se hallan. Este local creo que apunta en esa dirección. Hemos luchado mucho por abrir el local al exterior, por extirparlo del concepto masculino que tradicionalmente acompaña a estos espacios sin perder el sabor tradicional ni la clientela". De Las Muelas reconoce poder adivinar el tipo de persona que es cada uno mediante el cóctel que consume o si es de barra o sofá. Aunque diseña cócteles pero hace décadas que no los sirve, De las Muelas reconoce el tópico del barman psicólogo. "Para mí, los bares siguen siendo lugares mágicos donde sucede la vida. La coctelería es, como se empieza a entender, parte de la gastronomía, y además posee un romanticismo y una mitología propias. Dentro de la coctelería, el dry martini es el rey".

La entrada de la coctelería en el ideario democratizador de la cultura contemporánea ha traído una proliferación casi exagerada de ofertas en este terreno y, sobre todo, ha sufrido la intoxicación del vaivén de las tendencias. Si el Cosmopolitan se hizo extremadamente popular tras Sexo en Nueva York y el pisco sour parece hoy la copa en la que exhiben su creatividad todos los adalides de la coctelería de gama alta, el dry martini, según De Las Muelas, vive algo apartado de este trajín posmoderno. "La demanda es constante y los picos que se puedan dar no dependen de si está o no de moda, sino de condicionantes totalmente ajenas al producto", comenta el propietario, quien hace cinco años convirtió la trastienda de su coctelería en un restaurante de aires clandestinos llamado Speakeasy y que espera abrir su primera aventura en Madrid, donde el Dry Martini aterrizará en el Hotel Gran Melià Fénix en octubre.