Joya cubana
Blancas: A.
Ramos. Negras:
Y. Alonso. Cuba, 1998.
Casi cien años después de que José Raúl Capablanca saltase a la gloria (tras ganar el torneo de San Sebastián 1911; hoy, su tumba es la más visitada en el cementerio de La Habana), el ajedrez sigue siendo popular en Cuba (el Ché Guevara lo definió así: "El mejor gimnasio para la mente"), como ha podido comprobar esta semana el arriba firmante. Todos los colegios cuentan con un profesor de ajedrez, como actividad extraescolar (se sigue debatiendo si debe ser asignatura obligatoria). Tras una iniciativa personal de Fidel Castro, hay clases de ajedrez por televisión dos veces cada semana; una de ellas en el canal mayoritario Cubavisión, y la segunda en uno temático, de educación. Los sistemas de captación de jóvenes talentos y su posterior educación y entrenamiento en centros especiales (primero, provinciales; y, si continúan destacando, pasan a los nacionales) recuerdan mucho a los métodos de la Unión Soviética. Todo ello se traduce en que Cuba es, junto con Islandia, el país del mundo con más ajedrecistas y grandes maestros (el mejor, Leinier Domínguez, es el 28º del mundo) en proporción al número de habitantes. Así como en la masiva influencia de espectadores cada año durante el Memorial Capablanca, cuyas mejores partidas (de la edición celebrada este mes) publicaremos aquí la próxima semana. Como aperitivo, deleitémonos con una combinación sumamente espectacular, descubierta en una partida entre dos cubanos: 1 Dh8+!! Axh8 2 Txh8+ Rg7 (si 2 ..Rxh8 3 Axf6+ Rg8 4 Th1 y mate en h8) 3 Th7+!! Rxh7 (si 3 ..Rg8 4 Axf6 Rxh7 5 Th1+ y mate en h8) 4 Axf6 g5 5 f5 exf5 6 Axf7!, y Alonso se rindió ante el mate inevitable. Correspondencia: ajedrez@elpais.es
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